Hieronymus Bosch |
El mundo cambia y los seres humanos se resisten buscando desesperadamente nuevas simbologías como interpretarlo. Se desencadenn guerras y se acentúa los estragos que producen los autoritarismos y fundamentalismos. Se producen las consabidas crisis, no habla el mismo discurso, cambian las cifras que miden los necesarios insumos para la sobrevivencia, baja los índices de la natalidad y los ritos y rutinas se transforman. Los seres humanos al verse en peligro y amenazados, se angustian y cambian. El talante de nuestro tiempo es uno angustiado con sentimientos de soledad, pérdida y melancolía.
La palabra crisis acompañada por emociones de espanto circula diariamente en nuestras conversaciones. Recordamos constantemente en nuestro diario transcurrir estas sacudidas cotidianas, nuestra precariedad, nuestras debilidades y defectos fundamentales. Vivimos sobrecogidos y con una leve esperanza que nos de alivio. Cada vez más sujetos a creencias religiosas que nos permitan agarrarnos con la fe de salvación. Estas virtudes superiores las arrastramos hacia las figuras humanas a quienes hemos revestido de sabidurías y poderes y esperamos que nos hagan más llevadero la sensación de vacío y de desorden.
Vivimos una gran tensión en lo político, en lo económico y en lo social. Una fuerza amenazante con grandes repercusiones en lo subjetivo. Se nos acabaron aquellas promesas de cuidado, diversión y protección. Es un sacudón de un proyecto fracasado o como dice Erik Del Bufalo que más bien triunfó. Nos propusimos no acatar autoridades, vivir una vida sin ataduras ni obediencias, no respetar normas y burlarnos de toda creencia y aquí estamos abatidos por las psicopatías. Ya no funciona la familia, las filiaciones y las relaciones entre los sexos. En el psicoanálisis se expresa como la decadencia de la función del padre, o los mecanismos de regulación del goce. Buscando la emancipación construimos nuestras cárceles.
Algunas personas ven con mayor claridad hacia donde vamos, yo no. No hago de lo vivido un ideal y por más placentero que haya sido es solo eso pasado que dejó su impronta. Es a partir de las carencias que debemos reflexionar sobre esta situación crítica que vive una humanidad desgarrada. Todos tenemos opiniones sobre lo que nos acontece y la gran fortuna de poderlo comunicar públicamente. La tecnología y las Redes Sociales nos permiten conocer qué está pensando y padeciendo el otro, es de una gran ayuda porque son los otros junto conmigo los que podremos construir un nuevo hogar. Si no fuera por estas precarias ventanas estaríamos viviendo en una absoluta oscuridad. El malestar en la cultura es un punto de referencia que contribuye en gran medida a comprender las alteraciones subjetivas y sociales. Para cualquier análisis o comprensión de nuestro mundo es indispensable palpar el estado de los otros seres humanos. Por lo pronto estamos observando el retorno de ideologías que creíamos superadas.
Pareciera que predominan las ideologías destructivas y violentas, autoritarismos, bravucones vociferantes intentando someter a los otros y un absoluto desconocimiento de la ética y la estética. Sí, el mundo que observamos da miedo, ¿hacia dónde irá? Yo no lo sé todavía.
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