Michel Ogier |
Después de tanto desengaño, de tanto desacierto de los que se
erigieron como los estrategas de un momento tan delicado, no se puede pretender
que de la noche a la mañana los ciudadanos corran a responder a un llamado de
quien tanto daño ha hecho. La población está descreída e indiferente, agobiada,
angustiada. Las tácticas que se apliquen para ganarnos en una u otra dirección
tienen que contemplar aspectos psicológicos. Se trata de una población que por
los efectos de atropellos y maltratos se ha neurotizado, no se pueden obviar
estos factores. Ya Freud lo había contemplado “Si la presión por la adaptación
al colectivo sobrepasa las fuerzas del yo creando infelicidad, el individuo
tiene generalmente dos salidas: o se rebela o hace una “neurosis”. Pues hicimos
una neurosis porque al mismo tiempo caímos en una inercia, con el consecuente
resultado que la política se tornó irrelevante, peligro que fue advertido por
Daniel Innerarity.
Pero así mismo como hemos sido desacertados en la conducción
de espacios conquistados con mucho esfuerzo como lo fue la Asamblea Nacional,
lo somos para ir sacando a la población de ese estado tan peligroso como lo es
la inercia. Interpretaciones a destiempo, agresividad, las etiquetas que nunca
faltan y los insultos provocan el alejamiento y las actuaciones del agraviado,
es decir la reacción contraria. Infantil reacción, por supuesto, pero ya
dijimos que nos agobia una neurosis colectiva. Falta tiempo, no mucho en
realidad, pero no queda otra alternativa que observar cómo se van decantando
las tendencias. El ambiente se tornó volátil como insiste Innerarity al
identificar el estado del mundo actual como gaseoso, un paso más allá del líquido
de Bauman, aún más volátil y difuso. “Y esta fluidificación o este estado
gaseoso del mundo afectan a los electores y a las organizaciones”.
Lo que hay que apuntar es abastecernos de mayor inteligencia.
Se esperaría que el sistema político que adoptemos sea más inteligente que los
ciudadanos bajo su jurisdicción y a quienes debe regular. Pero eso es
precisamente lo difícil, uno analiza el nivel del discurso político y no puede
dar crédito que se esté manejando el destino de la nación con semejante nivel básico discursivo sin un asomo de creatividad
e inteligencia innovadora. Aburren hasta llegar a enfermar por lo repetitivo y
absurdo; ofende que se dirijan a una población mucho más inteligente con ideas
delirantes o fantasiosas cuando se tiene hambre, cuando se sufre sin
esperanzas. Un sistema político lento, aletargado, equívoco y ya despreciado.
Esa es nuestra realidad cuando se nos empuja a votar. ¿Cuándo? ¿Por quién? No
quiero caer en polémicas innecesarias y estériles, solo advierto que el estado
psicológico de los posibles convencidos debe ser tomado en cuenta.
Al mismo tiempo no podemos esperar que surja el próximo
salvador, eso sería eludir nuestra responsabilidad y posicionamiento político.
Se trataría de una postura cómoda y revelaría una pereza intelectual.
Participaremos cuando haya política que no la tenemos por los momentos como no
tenemos sociedad organizada. No existe una sociedad sin política. Ahora lo que
se olfatea cada vez con mayor claridad, en palabras de Freud, es “una regresión
a las hordas primitivas donde las pulsiones agresivas y de hostilidad, de amor
o de sumisión podían adoptar formas peligrosas para la vida humana”. Ya lo
advertía Weber “sin acción social del individuo no hay sociedad” Un conflicto
irreconciliable es la tendencia que anuncia estallidos en cualquier momento. Enfrentarse
a como dé lugar a la camarilla delictiva que se apoderó de nuestras vidas es la
ilusión que predomina.
Va a tomar tiempo pero es necesario comenzar a abrirse a
perspectivas más amplias en cuanto a los planteamientos de los sistemas
políticos, económicos y sociales que dominan el mundo hoy. Abrir nuestras mentes, pensar con mayor
acierto, como nos invita Yuval Noah Harari. Al menos en este país se perdió
toda credibilidad y eso no es un hongo que crece salvajemente con las lluvias.
Por lo que pido no ser tratados como hongos. Ahora sí, antes no, y ¿por qué?
Bueno….bueno porque sí. En una democracia cada uno es responsable de sí mismo y
cada quien tomará su decisión.
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