No quería pero aquí estamos, no se habla de otra cosa, no se
escribe sino para destacar el nuevo caos que envolvió al mundo. Un murciélago
aleteó en China, tal parece el mito de un origen y el mundo enfocó sus miedos.
No es que aparece el caos y como consecuencia el pánico, es que un virus
encontró ambiente propicio para matarnos, si no de tos, si de terror. La
imaginación vuela y la gente se plantea su peor escenario. Los que viven
perseguidos por la salud exponen el caos que significaría el colapso mundial de
los sistemas de salud. Los precavidos y adoradores de la higiene se imaginan lo
que sería quedarse sin papel toilette, sin agua y apuros entre cólicos. Según
nuestro miedo predominante corremos a diferentes establecimientos y si es
preciso a golpe limpio nos hacemos del objeto salvador. Un gel, rollos y rollos
del preciado papel, mascarillas “made in home”.
Vamos a presenciar como en un Reality Show cualquier extremo
y algunos no imaginados. En esos menesteres el ser humano muestra un genio
digno de admiración. Todos ya somos expertos en contagios, pandemias,
comportamiento viral y los teléfonos obedientes colaboran sin chistar. Así que
confiscados en casa cargamos un aparato para arriba y para abajo que no deja de
pitar. Ahora más limpio que nunca pues recibe sus baños de alcohol con cierta
regularidad. Cada quien se subió a su escenario y comenzó a ofrecer su
improvisada representación, siendo hasta ahora la de los políticos las más
destacadas. Competencia por ser el mandatario que mejor protegió a su gente, a
tiempo y con determinación. “No salen de sus casas y se mantienen a tres metros
de distancia unos de otros” “No es que van a estar besuqueándose o ejecutando
contorsiones peligrosas, déjense de eso, la vida es muy valiosa y no pueden
dejársela arrebatar por un virus y menos si este proviene de China” nos
aleccionan diligentemente.
Podemos organizar un concurso y premiar al actor más
destacado. Comienzo la votación y propongo un primer premio a nuestro insigne
mandatario, con su mascarilla y su voz de mando. “Quieren usar un servicio
colapsado, bien no me opongo pero tiene que ir ataviado con sus mascarillas. Déjese
de rebeldías y argumentos inválidos, que si están especulando y escasean las
mascarillas, eso no lo exime de tener que cumplir lo que su jefe manda, ¿no les
gustó? ¿no están de acuerdo? pues espere que abran las fronteras y prenda su
moto, como dicen los malandros o “aire, aire” como dicen los españoles”.
El segundo premio se lo otorgaría a nuestro presidente (E)
con su equipo de médicos vigilantes de nuestra salud. Que si no hay insumos y
tenemos un inexistente sistema de salud, no importa se va a solicitar ayuda a
países aliados que nunca veremos. Total los venezolanos ya estamos preparados
física y psicológicamente para enfrentar las catástrofes. En veinte años
podríamos afirmar hemos sobrevivido a la falta de papel toilette, a la falta de
agua y electricidad. Sobrevivimos sin internet y los encuentros públicos se han
limitado a su máxima expresión. Los ancianos quedaron solos y confiscados en
sus hogares. Vivimos sin atención médica y sin medicinas y hemos sido atacados
por todo tipo de enfermedades que ya habían sido erradicadas. Los niños mueren desnutridos
y los enfermos sin tratamientos indicados. Pero no podemos quedar fuera de una
tendencia mundial, seria de muy mal gusto y poca solidaridad, todos con un
nuevo pánico y con nuestro discurso sabio.
El virus Corona, la amenaza real vigente, además de que se
mueve sigilosamente proviene de un
animal que por siempre ha provocado un terror ancestral: el Murciélago. Nada
más de imaginarlo me estremezco, es muy feo y misterioso, se asocia a todo tipo
de pesadillas y desgracias. Con sus imágenes Goya expresó las consecuencias aterradoras
del adormecimiento de la razón. Visiones monstruosas salidas de la oscuridad,
las alucinaciones con mamíferos alados que emergen de las cuevas y se posan en el
cuello a chupar sangre. Una vez succionado no hay vuelta atrás, será un vampiro
y vampiro quedará. La humanidad viene adormeciendo la razón y como consecuencia
los monstruos aletean en nuestras almohadas.
Posmodernos rabiosos y aterrados enfrentan un nuevo reto, sobrevivir
evitando que el coronavirus viole el recinto domiciliario. Nosotros mejor
preparados sabemos cómo convivir con los monstruos y mantenerlos disfrutando de
nuestro batallar diario.
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