30 de octubre de 2024

Surge lo peor

 

Hieronymus Bosch


Estamos presenciando el desmoronamiento de un estado ominoso en el que hemos permanecido durante mucho tiempo, demasiado tiempo. Los acontecimientos que se precipitan, uno tras otro de forma acelerada, están develando toda una oscuridad que estaba destinada a no salir a la luz. Hechos que nos resultan familiares por lo patente que se imponen a la razón y a la emoción de nuestra experiencia cotidiana, nos estallan en la cara con toda la podredumbre y hedor de la bajeza humana. Ya no tiene cabida la duda, arribamos a la certeza de haber sido rehenes de una de las violencias más despiadadas, rastreras y oscuras que hayamos vivido en nuestra historia reciente. La dominación utilizando las armas letales del terror por la muerte violenta, por la denigración, la descalificación y el empobrecimiento de toda una población forzada a permanecer en un desasosiego y desamparo criminal. Estamos cansados, maltratados y asqueados; enfermos porque la vida se nos fue reduciendo a un paisaje desolado de muerte y destrucción. Manos criminales se apoderaron de lo nuestro y ahora comienzan a quedar al desnudo.

Ha llegado el momento, como señala Richard J. Berstein, “del compromiso ferviente y revitalizado en defensa de una genuina fe democrática que reniegue de la apelación a absolutos dogmáticos y dicotomías simplistas. Una fe democrática que promueva la libertad pública tangible en la que florece el debate la persuasión y las razones reciprocas. Una fe democrática que tenga el valor de vivir con la incertidumbre, la contingencia y la ambigüedad.” Llegó el momento de unirnos con la fuerza que da una causa común: nuestra libertad, la cual no debió ser negociada por ningún motivo y mucho menos por una “pandilla” que ya había mostrado su carácter criminal. A la violencia le estamos respondiendo con la unión indestructible de nuestra causa común y es la mejor arma para vencer la dominación y el oprobio. Como bien puntualiza Berstein “el poder, así, entendido, es la antítesis de la violencia.”


Es un momento delicado porque la premura e indignación que nos embarga puede ser mala consejera para actuar y pensar acertadamente la estrategia; muchos son los enemigos hábiles y sin escrúpulos que merodean. Ahora más que nunca debemos tener una claridad meridiana de estrategas y dejar, por un tiempito, la emociones abarcadoras que nos brotan por la piel. Nuestra meta es volver a conquistar los valores occidentales de libertad y dignidad que tanto costó a la humanidad alcanzar, en los que fuimos formados y queremos vivir. La decencia no se encuentra en los tratados de ética, se encuentra en una forma de vivir que se expresa en cada uno de nuestros actos y los discursos que nos arropan. Cómo nos expresamos, cómo nos dirigimos y tratamos a los otros, el respeto y consideración que estamos obligados a tenernos los unos a los otros y a nosotros mismos constituyen el arsenal indestructible para la construcción de nuestro desbastado país.


Ya tendremos tiempo para poder curar las graves heridas que nos dejaron estos tiempos. Tardaremos años para poder pacificar nuestro ánimo, para poder resolver la herencia de rencores que sin duda nos dejó tanto crimen impune, destructividad y humillación. La meta no es olvidar, imposible, es resolver lentamente en cada uno de nosotros este terrible malestar en aras de lograr una comunidad nuevamente alegre y con ganas de vivir bien. No volveremos a ser los mismos, la tragedia nos golpeó; pero quizás habremos alcanzado un grado mayor de madurez en cuanto a la responsabilidad en los asuntos públicos. Solo queremos apostar porque la terrible lección haya sido incorporada en cada uno de lo que tuvimos que pasar por este tramo siniestro de la historia y tengamos el coraje y el buen tino de transmitir la experiencia a las nuevas generaciones.

23 de octubre de 2024

El Necio

 


Remedios Varo

Equivocarse es siempre motivo de reflexión, exige detenerse por tiempos variables y tratar de comprender cual fue el motivo para la equivocación. Pero equivocarse constantemente sin haber intentado meditar sobre tan sostenida frustración es equivalente a haber puesto en automático las decisiones y haber dejado de prestar atención a la realidad y sus complejidades. Es haber decidido militar en la fila de los necios. Ser crédulos de la estupidez y el engaño y despreciar el conocimiento. Es decidir mantener la mentira ante de admitir la equivocación. Es mirar para otro lado y no querer ver lo que se hace patente. Es querer vivir una mentira porque le es cómoda o placentera, es pasar la vida girando alrededor de fantasías que terminan por desvanecerse. No llegar a ninguna parte pero eso si, llegar cansados.

El necio prefiere mantener la mentira o la simple opinión no contrastada racionalmente porque le brinda satisfacción no tener que someter a un proceso de discernimiento aquellos asuntos que le son presentados como resueltos” sostenía Ortega y Gasset. Esta carencia se hace insoportable cuando se vive en una comunidad altamente maltratada y las salidas son, obligatoriamente, de acción comunitaria. El necio solo se preocupa por sus bienes y sus asuntos privados y desconoce o se aleja de los bienes comunes y de la suerte de los otros. El necio ama la mentira y engaña con facilidad y deja de participar de la vida pública. No oye al otro y desprecia al que pone en duda lo que el necio venera sin pensar. Es propenso a formar pequeñas y frágiles asociaciones para defender sus dogmas y dioses baratos.

Esto hace muy difícil combatir al que oprime que si suele organizarse para la maldad y es asesorado por fuerzas extranjeras que persiguen objetivos concretos y no dudan en aplicar cualquier medio para lograrlo. Quieren acabar con los países democráticos y para lograrlo matan, torturan, maltratan sin ninguna clase de dudas. Mientras que los que se erigen como los líderes de movimientos adversos firman acuerdos y ofrecen vanas declaraciones. Indignan, por supuesto, pero se nos piden seamos prudentes y callemos. Esa necedad no has tenido entrampados y repitiendo el mismo esquema, pasamos a ser también un gran peligro. Seres intrascendentes, estos necios desde el exilio atentan contra el bien común, hacen daño a todos los que creímos en una lucha larga y sostenida pero eso si, cohesionados. Seres narcisista que terminan por exhibir su descarado egoísmo y este mundo complicado no puede ni se comporta con la misma necedad.

Es una forma de vida nociva y despreciable pero predomina en la sociedad actual, así es el ciudadano común. Pensar, hoy en día, es una carga difícil de llevar y no pocas veces es blanco de insultos y desprecios porque el pensamiento suele apartar al sujeto de la manada. Alza una voz diferente que amenaza o mueve de su comodidad al necio. Aristóteles sostuvo en su Metafísica que el saber produce un placer inconmensurable, ¿por qué el necio se niega a querer conocer las cosas, sus causas y sus consecuencias? Se pregunta Ortega y Gasset. Pero esta ha sido la tendencia del mundo actual, quizás el gran proyecto al que nos empujó la Modernidad y el éxito tecnológico. Sumergidos en un estado decadente que algunos filósofos como Nietzsche anunciaron y Freud advirtió. Lo bueno, ético y moral fue desplazado por lo placentero. El capricho individual desplazó a los objetivos colectivos. Lo bello fue sustituido por esos mamotretos que observamos despreciando nuestro desagrado.

La tarea que enfrentamos es muy grande. Debemos combatir el crimen pero también nos debemos combatir a nosotros mismos. O seguimos en la necedad o decidimos ser sensatos, hay que elegir. El necio debe dejar de ver su ombligo, sus gustos e intereses y voltear a considerar lo común.

16 de octubre de 2024

Un mundo peligroso

 


Hieronymus Bosch

El mundo cambia y los seres humanos se resisten buscando desesperadamente nuevas simbologías como interpretarlo. Se desencadenn guerras y se acentúa los estragos que producen los autoritarismos y fundamentalismos. Se producen las consabidas crisis, no habla el mismo discurso, cambian las cifras que miden los necesarios insumos para la sobrevivencia, baja los índices de la natalidad y los ritos y rutinas se transforman. Los seres humanos al verse en peligro y amenazados, se angustian y cambian. El talante de nuestro tiempo es uno angustiado con sentimientos de soledad, pérdida y melancolía.

La palabra crisis acompañada por emociones de espanto circula diariamente en nuestras conversaciones. Recordamos constantemente en nuestro diario transcurrir estas sacudidas cotidianas, nuestra precariedad, nuestras debilidades y defectos fundamentales. Vivimos sobrecogidos y con una leve esperanza que nos de alivio. Cada vez más sujetos a creencias religiosas que nos permitan agarrarnos con la fe de salvación. Estas virtudes superiores las arrastramos hacia las figuras humanas a quienes hemos revestido de sabidurías y poderes y esperamos que nos hagan más llevadero la sensación de vacío y de desorden.

Vivimos una gran tensión en lo político, en lo económico y en lo social. Una fuerza amenazante con grandes repercusiones en lo subjetivo. Se nos acabaron aquellas promesas de cuidado, diversión y protección. Es un sacudón de un proyecto fracasado o como dice Erik Del Bufalo que más bien triunfó. Nos propusimos no acatar autoridades, vivir una vida sin ataduras ni obediencias, no respetar normas y burlarnos de toda creencia y aquí estamos abatidos por las psicopatías. Ya no funciona la familia, las filiaciones y las relaciones entre los sexos. En el psicoanálisis se expresa como la decadencia de la función del padre, o los mecanismos de regulación del goce. Buscando la emancipación construimos nuestras cárceles.

Algunas personas ven con mayor claridad hacia donde vamos, yo no. No hago de lo vivido un ideal y por más placentero que haya sido es solo eso pasado que dejó su impronta. Es a partir de las carencias que debemos reflexionar sobre esta situación crítica que vive una humanidad desgarrada. Todos tenemos opiniones sobre lo que nos acontece y la gran fortuna de poderlo comunicar públicamente. La tecnología y las Redes Sociales nos permiten conocer qué está pensando y padeciendo el otro, es de una gran ayuda porque son los otros junto conmigo los que podremos construir un nuevo hogar. Si no fuera por estas precarias ventanas estaríamos viviendo en una absoluta oscuridad. El malestar en la cultura es un punto de referencia que contribuye en gran medida a comprender las alteraciones subjetivas y sociales. Para cualquier análisis o comprensión de nuestro mundo es indispensable palpar el estado de los otros seres humanos. Por lo pronto estamos observando el retorno de ideologías que creíamos superadas.

Pareciera que predominan las ideologías destructivas y violentas, autoritarismos, bravucones vociferantes intentando someter a los otros y un absoluto desconocimiento de la ética y la estética. Sí, el mundo que observamos da miedo, ¿hacia dónde irá? Yo no lo sé todavía.

9 de octubre de 2024

Pegan a un niño

 

Egon Schiele


Así titula Freud uno de sus escritos emblemáticos que dio lugar al desarrollo que hace Lacan sobre el deseo humano. Freud observa que muchas de las fantasías de sus pacientes contienen palizas que se le propinan a un niño y concluye que se deriva de una relación incestuosa con el padre. Esta fantasía primordial tiene sus derivaciones hacia golpes propinados sobre el propio sujeto. Constituye de este modo la fantasía base del masoquismo primordial que derivará en el sadismo perverso. Sobre estos fantasmas no hay interpretación porque él mismo se ubica en una falta de significantes, en el vacío que se produce al no haber garantía de un Otro, todo aquel que intente situarse en esta posición es un impostor. Por ello se puede afirmar que todo dictador es un impostor perverso al creerse estar supliendo las fallas fundamentales de toda sociedad. “Yo soy el que sabe, yo soy el que puede”.

Este fenómeno que estamos presenciando con horror en nuestro país y que nos tiene profundamente afectados, el maltrato a nuestros niños, es una manifestación más de un poder perverso. Sádicos ejerciendo el poder. Hemos podido conocer sobre estas prácticas en dictaduras anteriores como lo fueron las de Videla y la de Pinochet. Miles de niños fueron torturados y desaparecidos bajo estos regímenes. Las abuelas y madres pasaron muchos años tratando de encontrar a estos niños apartados de sus familias, algunos pudieron ser rescatados, pero no fueron la mayoría. El dolor infringido a estas sociedades es irreparable y se trasmite de generación a generación. Chile y Argentina son dos países heridos como lo es Venezuela. No podremos volver a vivir con la ingenuidad de un niño.

Las políticas de sometimiento tienen como eje la violación sistemática de los derechos humanos más básicos con el fin de aniquilar los esfuerzos de organización de la sociedad civil. Organización necesaria para defender lo que por derecho nos corresponde. Implantar el terror e infundir pánico es esencial para dominar sin contrapeso. Si además dañan irreparablemente a nuestros niños no habrá la tan necesaria generación de relevo. Un niño maltratado será un niño con graves problemas de personalidad. Tendrá tendencias a vengarse o a gozar con su propio sadismo. Sabemos de historias traumáticas vividas por impostores que hoy nos aplastan y torturan. Sádicos conformados por haberse identificado a su fantasma perverso. Identificados a un vacío subjetivo.

En el imaginario descrito por la mitología griega, podemos ver repetidamente este contenido inconsciente que acompaña al sujeto y que necesariamente debe ser dominado por un enjambre de significantes que le den sentido y contenido al deseo humano. Uranio eliminó a sus descendientes hasta que su esposa y su hijo Cronos lo devoraron. Su nieto Zeus era homicida, violador e incestuoso. Edipo siendo bebé fue abandonado en el bosque para que muriera perforando sus tobillos para sujetarlo. En la Biblia podemos leer que Jesús nace en Judea cuando Herodes era rey y había ordenado matar a todos los recién nacidos. En el siglo XVI los niños son confiados a otros adultos para que los eduquen. En el Siglo XVII que se define como la era del niño rey pasan a ser el bien más preciado, pero bajo prácticas educativas crueles. Solo es hasta el Siglo XX que se entiende que pegarle a un niño es maltratar y no educar. La violencia hacia un niño es ilegal una vez que se considera a un niño un sujeto de derecho.

Es precisamente lo que está fallando en el mundo ese operador que garantiza la introyección de la ley y reglamenta al sujeto humano.

2 de octubre de 2024

¿Vivir bien en dictadura?

 

LinneaStrid


Me sorprendieron y me molestaron mucho sus palabras “en Venezuela se vive bien, yo vivo bien y tu también” salté horrorizada y le pedí no hablara por mi. El resto de lo que iban en el mismo carro mantuvieron silencio y yo también callé. Pero esas palabras no dejan de golpearme y cada vez me indignan más por todo lo que significan. No hay conciencia de un colectivo, si no tienes agua regularmente, pon un tanque, si se va la electricidad constantemente usa una planta eléctrica. No te metas en política, no opines, así no tendrás problemas con los organismos represores. Envía a tus hijos al exterior y asegúrate un buen seguro de salud. Mientras tanto no pienses, no leas y no te mortifiques por los otros, conocidos o no. Diviértete lo más que puedas que para eso tienes dinero.

Estas pobres personas también forman parte de ese engranaje necesario para que una dictadura se mantenga. Tengo la fortuna de no tropezarlos a menudo y por eso me da la impresión que son una pobre minoría. Pobres caricaturas de bípedos implumes. Ignorantes arrogantes provenientes de una sociedad marginal en cultura. Aburridos sin conversación, sin humor, sin sentimientos, sin conciencia de pertenencia. Ofenden tanto o más de los que abiertamente delinquen ¿Se puede vivir en dictadura a pesar de los horrores que diariamente golpean? ¿Se puede vivir en dictadura  y nos sea posible aminorar la constante zozobra y por allí escondida esa ingenua espera de que un día sucederá? ¿Sucederá qué? un vuelco de la realidad política en nuestro país. Ese que es indispensable para tener paz, justicia, y los servicios necesarios, para tener protección de un Estado.

Siempre se trata de salir adelante y de evitar que te aplasten, es muy humano. Pero, no se puede ser indiferente por aquello de que “no está en mis manos y no me afecta”. Esta represión que se vive cada vez está más cerca, cada vez amenaza más. Ya amenaza una escucha inesperada, unas palabras destempladas, una opinión divergente. La gente se repliega, se esconde o se va. Se oye el trajinar de equipajes y los llantos de nuevas despedidas. Entramos en una etapa de resistencia que amerita nuevas estrategias de las que no se habla, de las que sólo se espera. Mientras seguimos repitiendo “ganamos las elecciones y muestren las actas”. No se oye hablar de ese final que nos madrugó y que nos dejó aturdidos. Ni siquiera preguntamos, nos da miedo la verdad.

Se puede vivir en dictadura, pero la pregunta es ¿cómo? Resignados o acomodados. Tendríamos que aprender a no esperar nada de la cultura y a ver nuestro entorno cada vez más arruinado y gris. Sé que hay seres que no les importa sus casas arruinadas, las plantas secas y el mosquero alrededor. Sé que hay seres que no saben leer y escribir y se creen siempre dueños de la verdad, sé que hay seres que alardean de lo que no tienen y que creen que tener dinero lo es todo. Sé que hay seres que se complacen con la queja y le temen a la vida y sus retos. Sé que hay seres que me aburren, sé que hay un mal oculto en la vacuidad. Las actividades así planas, elementales no se ven afectadas. Podemos volver a el ensayo y el error y convertirnos en simios golpeando una piedra una y otra vez, ¿por qué no? puede que sea divertido. Lo más que puede pasar es que molestemos con el ruido a otros, pero no importa, el otro no importa.

Pero viviremos de espaldas a una realidad en la cual los gobiernos totalitarios afectan a seres humanos que son inocentes, a saber que el poder total se extiende a todos los ámbitos de la vida, no solo al político. Al terminar estas líneas me entero que al “que vive bien” se lo llevó la policía porque se negó a pagar un “peaje”, hay seres que solo aprenden en la práctica, veremos ahora que dice. No me alegro, pero…