Hieronymus Bosch |
El movimiento social y la resistencia de los ciudadanos son piezas claves en esta lucha que libramos por hacer respetar los resultados electorales. Pero en seguida surge la pregunta por el significado de resistir en este contexto. Indudablemente no solo se trata de una pasividad no violenta y el dominio de las emociones. Debemos entender que resistir son acciones menos vistosas pero eficientes. Lo primero a destacar es una posición de rechazo a una autoridad no reconocida pero que sigue contando con la fuerza para obligar, perseguir y penalizar a personas desarmadas. Son capaces de cualquier atrocidad porque actúan fuera de la ley. Pero la gran debilidad que se les podría presentar es que la mayoría de la población le negara su cooperación.
Para acciones de este tipo es necesario contar con organizaciones, partidos políticos, gremios, sindicatos y como sabemos esas organizaciones prácticamente desaparecieron en Venezuela. Contamos con agrupaciones mas o menos informales de profesionales afectados. Médicos, maestros, universidades, estudiantes y algunos partidos políticos que no han sido desacreditados. Organizaciones débiles todas ellas porque por lo que hemos visto ha sido fácil desarticularlas o penetrarlas. Líderes que se venden o personas políticamente improvisadas que solo los impulsa la rebeldía y la rabia hasta que reciben el primer “palazo”. Contamos solo, como fuerza incuestionable, la cantidad de gente de todos los sectores que fuimos contados en las elecciones.
Todo poder es poder porque una gran mayoría se lo otorga, dejarlos de reconocer es socavar sus bases, de esta forma se les niega el apoyo básico que requieren. Si dependen de la obediencia y cooperación de la población comencemos por quitarles estas bases y dejarlos sin autoridad. Los tiempos cambiaron la dictadura arrecia y la “resistencia” actúa como que todavía es posible conciliar, con el falaz argumento de que “hay que dejar un precedente”.
El poder del gobernante depende íntimamente de la obediencia y cooperación de la población. Todo gobierno requiere de autoridad y la clave está en la disposición y en el consentimiento. Si se retira la lealtad dejaremos de obedecer. No tendrán un reconocimiento voluntario. Sería la verdadera determinación a ser libres, esa es la resistencia. Se requiere de una planificación estratégica y no dejar las decisiones cruciales al azar y perder ante unos tiranos porque estamos más cerca que nunca de alcanzar nuestros objetivos. Es muy difícil nuestra posición porque las fuerzas del orden público las poseen los impostores. El dictador basa su autoridad en la obediencia de la gente que incondicionalmente conforman la plutocracia y de los que poseen las armas.
En La Condición Humana, Arendt, hace hincapié en el poder, cuando nos dice que “El poder sólo es realidad donde palabra y acto no se han separado, donde las palabras no están vacías y los hechos no son brutales, donde las palabras no se emplean para velar intenciones sino para descubrir realidades, y los actos no se usan para violar y destruir sino para establecer relaciones y crear nuevas realidades” adquiramos ese poder y seamos coherentes con las palabras y el acto, para estar en condiciones de crear una nueva realidad.
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