13 de septiembre de 2023

La imaginación y la historia

 

Michiel Schrijver


No es posible percibir y describir la realidad en su totalidad, es por ello que una parte pasa a formar lo real, lo que no ha sido posible aprehender a través del lenguaje. A lo real le ganamos algo de su terreno con la imaginación, facultad que nos permite crear mundos nuevos. El mundo más cercano que tenemos es nuestra manera de vivir, que debe obedecer a una creación propia. Sin lenguaje ni imaginación nos sería imposible estas tareas elementales, así como la plasticidad para ir cambiando a través del tiempo. La historia es producto del conocimiento y de la imaginación. Debemos conocer el pasado e imaginar nuestro futuro. Gran parte de los equívocos que se comenten en el presente es creer que se conoce lo que va a pasar. No, lo que va a pasar solo puede imaginarlo.

La imaginación no tiene límites quien pone los límites es la realidad que tardamos en entenderla. Ya decía Sigmund Freud que el deseo no tiene límites y todos deseamos que algo suceda. A veces sucede y a veces no, es allí cuando hablamos de regocijo o frustración. El mundo es una diversidad sin remedio y menos mal que es así, de la uniformidad solo podemos esperar estancamiento y tedio. Son las idas y venidas de un futuro que a veces parece cercano y se nos escapa. Se nos está escapando un mundo pacífico y comienzan a resurgir las guerras y los horrores que no imaginábamos. Tenemos que imaginar el mundo que vendrá, la literatura y la filosofía nos proporcionan ideas. Decía Carlos Fuentes en una carta a Milán Kundera la necesidad de cultivar el imaginario para poder entender la historia. La literatura es indispensable para mantener la lengua y poder tener una sociedad viva.

Una sociedad comienza a apagarse cuando no cultiva su lenguaje. La subjetividad moderna lucha por no permitir los abusos del poder, no concebimos tener una bota aplastando nuestras cabezas ya las ideas incorporadas son de libertad y democracia. El hombre moderno no es dócil porque aprendimos a imaginar la libertad y nuestros sueños son sueños emancipadores. Volviendo a Carlos Fuentes, quien nos recuerda que el deseo del poder es absoluto y solo podrá ser la imaginación de los hombres unidos en sociedad que lo impida. No hay paz posible cuando no se tiene la posibilidad de crear un mundo propio. No es superfluo la defensa del lenguaje y el énfasis que se hace en la forma como hablamos. Candidato que no sepa hablar, argumentar y hacerse entender por sus oyentes queda inmediatamente descalificado. No convencen ya esos gestos populistas de los que estamos más que hartos. Queremos lenguaje e imaginación para poder relatar juntos una historia.

El lenguaje es una construcción perenne porque este se forma gradualmente, no hay lengua completa, así como no hay una sociedad completa ni hombres completos. No hay momentos en los que podamos expresar todas las ideas ni todas las sensaciones. Pero sin esa herramienta que nunca será perfecta no sería posible la convivencia social ni posible el entendimiento entre nosotros. Así que no es el insulto lo que nos despierta a considerar una idea, es el argumento. Entendamos esto de una vez porque nos están empujando a un barranco. Tenemos que entendernos y negociar. Pero es necesario estimular al otro que se exprese, a permitirnos conocer sus estados de ánimo. Pongamos en acto la expresión de sentimientos e ideas para lograr una cohesión por medio del lenguaje ese que nos dejaron en herencia nuestros padres. Escribamos una historia con la marca de nuestra propia novela, de nuestra propia imaginación. Esta que escribieron por nosotros y tratan de imponer no encaja en nuestra sensibilidad ni costumbres. Esta no es la Venezuela que soñamos.

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