Paul Signac |
La estética no es ajena a las ideologías. Cada cuerpo cerrado de ideas está constantemente expresando formas que pueden ser armoniosas o, por el contrario, alarmar por perturbar las sensibilidades. La tendencia a la rigidez que muestran las posturas doctrinarias hoy día son sonoras bofetadas al intercambio de ideas y al reconocimiento mutuo. Sin armonía en las formas y belleza en el trato no es posible una agradable convivencia. La pérdida del buen gusto que exhibe un gobierno autoritario dificulta aún más la tranquilidad y cohesión de los habitantes. Rodeados de adefesios, atropellos al lenguaje y ausencia de lógica nada puede ser recibido con aceptación y acuerdo colectivo. Estamos rodeados de lo feo en todos los órdenes, está poco a poco desapareciendo la armonía, los colores y los equilibrios en las posturas asumidas.
Nuestra crisis lacera ya de forma salvaje la estética indispensable en cualquier civilización. Cada cultura tiene su propia combinación para ofrecer al observador regocijo y bienestar. Cuando una forma de administrar el Estado está mostrando solo lo feo lo que ocurre entre sus habitantes es también cada vez más feo. No solo vemos estatuas que parecen burlas a nuestro paisaje sino también secuestros, desapariciones, muertes prematuras por falta de atención. Sobrevivir como venimos haciendo trae un descuido en muchos aspectos de la vida que a la larga se sienten como una catástrofe. Las ciudades se vuelven grises y nuestras viviendas oscuras. Comenzamos a sufrir de la estética de lo horrible propio del submundo delincuencial que ha tomado por asalto lo que nuestros extraordinarios arquitectos y artistas habían construido con amor a sus ciudades y habitantes.
Es el tema planteado por Suniaga en su libro “Adiós Miss Venezuela” quien declara como advertencia “La sobrevivencia no tiene ética. Es absolutamente animal. Entonces tanto la ética como la estética han resultado demolidas en este proceso”. Molestar, causar desagrado, escandalizar, torturar, maltratar es la guía de comportamiento en los adscritos en las tribus de exterminadores. Por donde pasan van arrasando y molestando a la colectividad. Alivio vamos a sentir cuando quiten estos mamarrachos de nuestra vista y podamos volver a reconocer nuestras ciudades y pueblos.
La estética es muy importante para el planteamiento y logro de un vivir mejor y expresarnos con un mayor criterio y sensibilidad sobre la vida de otros. El observador de lo bello vivirá rodeado de objeto bellos y gente bella. La Filosofía se ha ocupado de esta rama del saber no por mera ociosidad o recreación sino por su importancia en la vida de los humanos. Preocuparse por juzgar mejor, un vivir mejor, a una buena vida personal y colectiva es interrogarse por la estética. Hay conductas que por feas repelen y cortan cualquier lazo social, cualquier posibilidad de convivencia. Así mismo como nos hemos mostrado en desacuerdo con los movimientos fanatizados que tergiversan su intención y terminan maltratando el objeto que les da origen, nos mostramos contrarios con la manera violenta y fea de debatir. Mientras más lindo viva más lindo será el trato con los otros.
Sin un sentido estético no es posible una sensibilidad hacia un mundo que se nos deshace. Al encuentro fundamental para aliviar el dolor y la necesidad. Es una gran mentira quien dice preocuparse por los desposeídos y patea el buen gusto. Quien se llena la boca vociferando por la justicia y planta un adefesio de hojalata en nuestras vías públicas. Rodeados de feas formas se va apagando nuestras vidas. Nadie que dice querer la ciudad para la cual trabaja deja que se talen los árboles, fundamentales para un paisaje bello y para la vida de los sobrevivientes en cemento urbanístico.