14 de junio de 2017

La casa de sol y palmeras




La casa que habitamos tiene siempre una característica muy particular. Es el fiel reflejo de quienes son sus moradores. Cuando invitamos a un extraño a pasar el umbral de nuestras puertas estamos compartiendo y mostrando una intimidad. Algo se intuye de cada uno de nosotros con solo observar los objetos, su disposición, los colores, luminosidad y ventilación.  El orden y la limpieza dan cuenta de cómo se encuentra en realidad nuestra casa interna que es habitada por emociones e ideas. Nada refleja mejor la forma de pensar, vivir y amar que ese hogar al que siempre regresamos y en el que podemos descansar. Espejo de la ética y la estética que habita a cada uno de los miembros de una familia que comparten espacios y en donde se construye lo mejor y más placentero de la vida. Espacio donde nos encontramos con lo mejor y lo peor de cada quien, donde nos conocemos, queremos y nos hacemos indispensables para los demás. Espacio donde transcurre la verdadera existencia que reflejaremos en el trato con los otros. El hogar da sentido a la vida.

Perder una casa es perderse en laberintos desorientadores, es perder la plataforma segura desde la cual celebramos los pequeños detalles cotidianos. Una extraña sensación de no pertenecer a nada, de haber sido arrancado de lo propio nos invade cuando somos expulsados del ambiente que habitamos y que nos habita. Un sinsentido absoluto nos invade y la rabia, impotencia y muerte tiñe todo a nuestro alrededor; dejamos de vivir en solo un instante y por una mala jugada del destino, así de frágil es la vida. Perder una casa no solo sucede cuando somos despojados de los indispensables objetos que nos rodean, sino y sobre todo cuando cualquiera de los nuestros nos es arrebatado vilmente. Cuando se mata a un niño se mata a una familia, se mata a una comunidad, se mata a una nación, se mata la apuesta difícil que se había logrado por la humanidad. Se acaba, con un pedazo de metal, todo lo que por siglos los hombres se han esforzado en construir para la civilización. Se produce un vacío, el mundo se detiene y las palabras se hacen banales. Esas paredes no significaran lo mismo, el hogar se vació de contenido.

La Casa de Arena y Niebla, un film dramático de Vadim Perelman, nos narra la historia de una mujer sola, Kathy (Jennifer Connelly)  que se aferra a su casa como la última certidumbre, el puerto seguro desde el que se puede decidir el resto de los acontecimientos de su vida. Al quedar morosa en el pago de la hipoteca se ve en la situación de un embargo. Es así como la casa es adquirida por un Coronel Iraní, Behrani (Ben Kingsley) quien también intenta darle una estabilidad perdida a su familia. Se establece una querella entre Kathy y Behrani que desemboca en la pérdida de la vida de todos. El Coronel y su esposa se suicidan después de la muerte del hijo y Kathy termina presa. Es una película que tiene el gran valor de mostrar la importancia que para los seres humanos posee la exclusión, el ser despojados de la patria, del trabajo, de la casa, del hogar. Cuando se asesina a un niño todos somos excluidos de un sentido, somos excluidos de un país que no lo sentimos como propio al descubrir que de estas tierras germinó el odio y se levantaron las voces del resentimiento y la violencia. Esa es la dramática historia que escribimos en un afán por recuperar nuestra casa de sol y palmeras. Una historia dramática y de amor que también deja al descubierto lo mejor que hay en nuestra casa. Esa generación de jóvenes con la armonía propia de hogares que cultivaron el componente humano que nos une a todos y que trasciende una cultura particular. La honestidad y el respeto; la determinación y el valor; la justicia y la inclusión. Lo bello que toca las fibras de lo propiamente humano con carácter universal.

Este carácter de perpetuidad es lo que está presente en las obras de los grandes de la literatura. Es la base de su universalidad y no importa en qué idioma está escrita, al lector le mueve a reconocerse en ella por el contenido propiamente humano que trasciende una geografía. No hay dudas de que estamos escribiendo nuestra mejor obra, tenemos que escoger bien nuestras palabras, enriquecer el vocabulario y no perder el hilo de la trama, de esta forma saltaremos las barreras culturales y seremos leídos, con emoción, por nuestros lectores extranjeros. Después de todo, nos dice Carmen Malarée, es el gran logro de Shakespeare, Cervantes, Flaubert, Proust, Neruda, Tagore y Octavio Paz “Repetir en forma interminable las mismas temáticas con distintas palabras, con estructuras diferentes, en diversos ambientes y con cronologías propias” Es así como la temática de las ideologías políticas llevadas a los terrenos de las tiranías han sido también temas de grandes obras literarias; por nombrar solo dos: “Mil novecientos ochenta y cuatro” de George Orwell y “El Señor presidente” de Miguel Ángel Asturias, en las que también encontramos una historia de amor. Al recorrer esas páginas nada de lo allí descrito nos es ajeno.

Estamos en circunstancias extremas y nos hemos comportado con dignidad como resalta Todorov en sus escritos, hay formas de hacerlo porque el “afán de dominar con las armas es un fracaso”. Terminaremos por recuperar nuestra casa y dejaremos las mejores páginas de nuestra historia escritas. Al fin y al cabo los mejores guionistas ya han mostrado lucidez y sensibilidad, no cesan de iluminar nuestras casas de sol y palmeras que los esbirros se empeñan en apagar.

6 comentarios:

  1. Magnífico texto, Marina. Muy bien tejido. Una delicada e inteligente prosa.

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    1. Alirio como siempre mi gratitud por tu apreciación y sobre todo por hacérmelo saber. Un gran abrazo

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  2. Me gustó leerte. Tengo un tema personal con "LA CASA" y con lo que es afuera, es adentro. La casa, ese espacio vital y referente que mas que habitarla, nos habita.

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    1. Gracias Emilia, es asi la casa nos habita de alli la importancia por rescatarla. Un abrazo

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  3. Muy bello, Marina, tu análisis de esta película terrible. Yo la vi junto con esta otra: http://douglas-cine-matica.blogspot.com/2015/11/casa-de-arena-relatividad-poesia-y.html, que decidí comentar, más por deformación profesional que por otra cosa. Fui dejando en el tintero (o teclado, más bien, hay que cambiar las metáforas) las ganas de comentar la que tú nos ofreces y hoy me siento muy complacido de leer lo que produjiste. Excelente.

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  4. Douglas acabo de revisar por encima tu blog cine-mática qué interesante combinación. Te prometo leer la próxima semana que estamos de vacaciones.

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