28 de marzo de 2017

El maltrato un arma mortal




Trabajar en un Hospital permite tener experiencias que no se tienen en un consultorio privado. Llega una niña de dieciséis años, inconsciente y con una fuerte hemorragia. Al ser examinada los médicos determinan que había dado a luz a una criatura a término, que debía ser encontrada y traída al Hospital. Mientras hacían todos los esfuerzos posibles para evitar una muerte que parecía inminente. Se logra salvar y queda detenida hasta conocer las causas de tan aberrante conducta. Al momento del parto se encierra en el baño da a luz a su hijo, jala el cordón umbilical, extrae la placenta y tira a su bebé por la ventana de un séptimo piso. El niño fue encontrado porque aun gemía y muere poco tiempo después. Es allí donde el psicólogo es requerido para hacer una exploración de los rasgos psíquicos de una adolescente que mata a su hijo de tal forma. Mientras la policía solo esperaba el informe médico, psicológico y la recuperación de la paciente para dejarla recluida.

En las largas conversaciones con ella no se pudo encontrar reflexión, espanto, culpa. No lloró ni se mostró arrepentida, su mayor argumento fue “mi papá me hubiera matado a mi”, dicho esto con naturalidad y sin miedo. Los padres no salían de su asombro, nunca se dieron cuenta que su hija estaba embarazada, solo repetían que en realidad la desconocían. Parecían una pareja humilde y buena pero nunca se les oyó su indignación cuando hablaban con ella o de ella. Allí no se sabía quién le tenía más miedo a quien, solo era evidente una comprensión mal entendida, una aprobación por la vía del relativismo y esa tendencia de andar por la vida justificando todo. El asesinato no puede ser justificado, es el comportamiento más antihumano que existe, la expulsión del sujeto de la civilización. Como bien afirmaba Germaine de Staël “ser totalmente comprensivo le hace a uno indulgente” Muchas preguntas después de esta experiencia quedaron para siempre martillando y las emociones encontradas continúan sin solución ¿Qué patología es esta? ¿Tendrá rehabilitación un ser así? ¿Cuáles son las condiciones sociales y familiares para conformar a un asesino? Complejas todas ellas, como para escribir tratados, pero lo que se hace evidente es la cadena de fracasos.

Fracasa la familia al no entender que un niño es un ser frágil que requiere cuido y educación. A un niño hay que quererlo y a través del afecto corregir sus conductas desviadas e introducirlo en las leyes de la civilidad. Los niños tienen toda la carga pulsional que posee un adulto con el agravante de no poseer las herramientas para posponer la satisfacción, ni desviar sus metas hacia actos creativos. Un niño no se sabe hombre o mujer pues en su inconsciente no está aún registrada su posición como sujeto. Freud los describió como los “perversos polimorfos” en el sentido de que quieren imponer su satisfacción sin tener en cuenta ninguna clase de límites. Están absolutamente entregados a un goce y es mejor que lo disfruten porque nunca más les será permitido, tendrán que aprender los limites porque hay otros seres que se lo impondrán. Todo esto si queremos que nuestro hijo sea un ser humano y no un monstruo el día de mañana. Mucho daño ha hecho esa psicología complaciente y la comodidad de los padres de permitir una libertad antes de que el niño muestre responsabilidad. Un niño no nace asesino se conforma por una evolución paulatina en la que los adultos estaban volteando para otro lado.

Fracasa la escuela al no permitir el desenvolvimiento de los niños en sus individualidades y sus capacidades. Por lo general se han convertidos en depósitos, solo quieren tener a los niños dormitados encima de un pupitre, que molesten lo menos posible. No se les enseña a pensar, a tener amor por el conocimiento, a leer y a ser ciudadanos. Empobrecidas están nuestras escuelas con maestros subpagados y mal preparados. Pero sobre todo fracasa la sociedad que permite que haya “niños de la calle” niños condenados a la exclusión de la civilidad, sin protección de ninguna índole con el agravante de no contar con programas de protección infantil que funcionen. Niños que son empujados a la violencia como única vía para sobrevivir y además sabiendo que su vida será truncada en cualquier momento. Niños que viven asumiendo toda la cultura de un submundo donde es admirado el asesino. Fenómeno que ha venido en aumento considerablemente en esta nuestra sociedad desintegrada. Sucesos predecibles cuando se habla de hambre, como bien señala Piñango. El horror hace metástasis en todos los órganos de una sociedad vejada por la tiranía, ¿cómo no iba a infectar a los niños? El sector más vulnerable.

Una vez que a un niño se le ha maltratado de esa forma brutal no podemos pensar que solo a través de la recapacitación, el razonamiento regrese al bien porque carece de esas herramientas. Se conforma un temperamento dado a la impulsividad y a la falta de miedo, así como asesinan con total desparpajo, así mismo no les importa perder la vida. Se aprecia una dureza emocional imperturbable, se carece de empatía, hacia los demás solo hay frialdad y desprecio. Seres que no sienten como defensa a su propio y personal sufrimiento. El maltrato por la violencia ejercida directamente o por la indiferencia tiene como resultado la muerte de la emoción y del razonamiento. La muerte de un ser humano. En este momento todos estamos siendo fuertemente maltratados y por lo tanto estamos desarrollando conductas de un aplanamiento afectivo y nuestras mentes haciendo ruidos desentonados. El maltrato como arma mortal está matando a nuestra sociedad, nos está deshumanizando.

2 comentarios:

  1. Si a usted se le agarró el alma, a mi me la desgarró. Es un pronóstico muy sombrío para el tejido social de nuestro país.

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  2. La muy dura y triste realidad que nos toca vivir cada día. ¿Cuánto tiempo llevará recomponer una sociedad desestructurada? Saludos, apreciada Marina.

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