10 de noviembre de 2021

La danza del cambio

Wlad Safronov


Cambiar es inevitable, la vida misma nos va cambiando y muchas veces sin darnos cuenta. Sin embargo, hay una resistencia al cambio producida por el miedo de dejar atrás lo que es familiar y conocido. Hay cambios imperceptibles, pero hay otros que son producto de decisiones que tomamos y son deseados, aunque siempre los acompañen esa sensación de incertidumbre. Sabemos lo que dejamos, pero no sabemos lo que encontraremos. Esto referido a los cambios particulares que hacemos en nuestras vidas. Pero hay cambios y a veces muy drásticos que se producen porque la sociedad a la que siempre hemos pertenecido cambia, gradualmente o de forma drástica. Te puede sorprender por lo inesperado del proceso o te puede desconcertar con su dinámica indetenible.

Generalmente los cambios se confrontan con resistencias que pueden llegar a ser violentas o, por el contrario, con la pérdida de confianza, de motivación para la defensa de lo que se considera de uno y le es arrebatado. Decaimiento del ánimo y surgimiento de enfermedades. Allí decimos que el cuerpo social está enfermo y los individuos desordenados perdiendo cada vez más sus certezas, orientación y meta. La mayoría de las víctimas a quien se les trastoca su vida, su historia, su futuro, no decidieron esos cambios; lo decidieron y provocaron un grupo destructor y desalmado. El dolor ajeno no les importa. Pero suele haber siempre esa gota que derrama el vaso, la reacción adolorida e iracunda puede hacer erupción y arrasar todo a su paso con furia. Se teme a estas explosiones porque suelen ser muy disruptivas e incontrolables.

 Ahora es la población maltratada la que reclama un cambio, se le hace urgente porque se hizo imposible vivir con tanta hostilidad e inoperancia, nada funciona y la mente se encuentra ocupada presintiendo una tragedia eminente. Suceden fenómenos inauditos como el cambio repentino de muchos dirigentes sin que hayamos tenido la oportunidad de apreciar el proceso para un cambio de esa naturaleza. El que te insultaba porque estabas a favor de elegir ahora puede darle un buen masaje a tu ego porque continúas en la línea demócrata de elección de gobernantes. ¿Qué pasó? Ni el propio camaleón lo sabe. Cambios falsos destinados al fracaso, un acomodo descarado por cuotas de poder.

¿Qué pasará el 22? Volveremos a llorar nuestra derrota, pero con una sociedad civil mejor organizada. Los candidatos seguirán en su misma posición mediocre, vociferando consignas vacías, provocando cansancio y hastío. Necesitamos percibir y comprender “la danza del cambio” (Senge) que se viene gestando en una sociedad que se niega a ser derrotada. Unas elecciones boicoteadas pueden generar reacciones inesperadas.

 Al haber confundido el Estado, el poder y la sociedad civil se dejó de considerar la importancia de esta tercera fuerza que al fin y al cabo es la que siempre tiene la última palabra. La sociedad reclama a gritos justicia, es lo único que puede aliviar su fuerza volcánica. No jueguen con fuego porque saben el futuro que les depara la candela. Ser demócrata no es ser monjes de clausura, así que no apelen por la bondad del maltratado. Esta vez si se cumplió el temor de que lo nuevo es enemigo del sujeto. Usted depredador e invasor es nuestro enemigo y lo queremos fuera del mando usurpado. Se pasará de la impotencia a la omnipotencia, también equivocada, pero esperada. Lo que tengamos que estructurar se logrará sin pausa cuando nos quitemos los obstáculos del medio. Tanto fracasado dando espectáculos vergonzosos es mas que triste, es provocativo de  ira. Tanto han buscado que es inevitable encontrar un final inesperado, pero final al fin.

 

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