Denis Frémond |
El miedo le ganó la partida a cualquier otra consideración de índole humanitaria. El ser humano se siente amenazado por muchos factores y por ello se inclinó en ir cerrando cada vez más sus sociedades. Exclusión, xenofobia rigen las mentalidades de la mayoría que luchan por edificar sus fortalezas. Se organizan instituciones que excluyen a los países que se consideran peligrosos y avasallantes, prefieren el aislamiento en un mundo que no puede huir de una economía interdependiente. Ya no es posible una nación autárquica, de una forma u otra dependemos de tecnologías desarrolladas en otros países, de los cultivos y producción alimentaria, de la salud y elaboración farmacéutica. De la creación artística, de la moda y las ideas. En un mundo global el hombre sintió miedo y se protege. Las personas olfateando al otro que imaginan peligroso y acecha.
Cerramos las sociedades en tiempo de emigrantes. Advertía Karl Popper que en las sociedades cerradas los seres humanos no son libres, se encuentran sometidos a un colectivo como suele observarse en las organizaciones tribales. Circulan creencias mágicas y se multiplican los mensajes de terror. Como suele pasar cuando no se piensa, buscando protección encontramos aumentada la incertidumbre. Este hecho es fácilmente perceptible en nuestro entorno. Aislados de nuestra comunidad natural -el mundo occidental- quedamos en manos perversas que infligen daño sin ningún pudor. Los mensajes de terror que circulan son dignos de cualquier guion de una película de terror. Yo tengo toda una gama de insensateces que me trae la señora que limpia, que de nada vale que le explique que eso no es cierto.
Rigen los tabúes cada vez mas cercanos a cualquier aspecto de la vida sin que tengamos posibilidades de cuestionarlos efectivamente. No hay crítica que sea oída, una vez introyectado el terror romper ese muro tiene que venir de la duda del propio creyente. El pensamiento crítico y la duda parecen en vías de extinción. Se trata del “monismo mágico” como lo denominó Popper. América Latina pareciera encaminarse a un tribalismo en contraste con el humanismo que debe predominar en comunidades abiertas, en donde es posible pensar y decidir después de haber considerado alternativas. Es posible elegir la vida que se quiere vivir, aunque siempre se tendrán limitaciones, son inevitables. Este estado de cosas que vivimos no vinieron solas o por mala suerte, las tenemos porque por no pensar nos zumbaron por ese precipicio, al mejor estilo tribal. Es el desafío que ahora tenemos como sociedad, “elegir”.
Característica de las sociedades cerradas es apelar a la emocionalidad, no le interesa los derechos individuales y rechaza la necesaria tolerancia. No es bien vista la opinión personal ni las decisiones individuales porque suelen ser objeto de calificaciones moralistas y termina, de este modo, imperando el odio para todo aquel que se aparte del clan. Estas sociedades cerradas derivan, inevitablemente, en sociedades totalitarias, adoradoras del líder. El desafío que tenemos como sociedad y como individuos es constante, pensar para elegir en cual mundo queremos vivir. No es suficiente declarar principios, tenemos que actuar, siempre teniendo en cuenta las diferencias y rechazando de plano el pensamiento único. Que nadie nos quite nunca el derecho a pensar y decidir, es el reto.
Tenemos que aprender a escuchar y luego decir, te entiendo pero no estoy de acuerdo contigo, y de ahí empezar a discutir las ideas.
ResponderEliminarMagnífico, Marina. De acuerdo contigo. En relación a la migración venezolana, con casi 80 % de pobreza extrema, es de esperar que solo estamos viendo la punta del iceberg de lo que se viene: ¡Sálvese quien pueda! Un abrazo.
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