Gaetano Cellini
Se confunde con frecuencia dos planos en la comprensión de los conceptos y realidades. Un plano es el del lenguaje con el que podemos expresarnos y entendernos y otro muy distinto es el de la existencia. Que neguemos la existencia de algo no implica que no exista, bien podría ser que esté en espera de ser constituido o puede ser que se encuentre en espera de ser implementado, en estado latente. Todo lo existente puede ser nominado y sin embargo se puede nombrar algo que se intuye y esté próximo a ser definido y conocido. Algo muy distinto son realidades que ya se han definido, que se conocen y son indispensables para el funcionamiento de una sociedad, como son los Derechos Humanos. Que se encuentren vulnerados por un poder que los irrespeta es otra realidad que podemos rebatir con el lenguaje pero lo que no podemos es negar su existencia. En ese caso no podemos nunca decir que no existen sino que se encuentran vulnerados y toda lucha por rescatarlos es una lucha válida y moralmente loable.
Sin ánimo de ser precisa con un tema sumamente complicado en el que se ha interesado la filosofía en toda su historia, solo hago una superficial distinción para abordar un tema que me parece la esencia del debate político actual en nuestro país. Distingo dos tendencias aunque hay también una tercera que tocaré al final. La primera es aquella que sostiene que se debe ir a votar en diciembre con las condiciones y en los términos planteados por el régimen. Los argumentos no son descartables de antemano, son dignos de consideración y análisis: Las elecciones son una oportunidad para organizar una lucha por el reclamo de los derechos, por un sufragio transparente y libre. La función de los partidos políticos es precisamente organizar elecciones y son la base de todo sistema democrático. Estamos en un sistema que vulnera los derechos humanos y las elecciones nos dan una oportunidad para cambiar esta tragedia que la mayoría de la población rechaza. Unidos podríamos mantener una Asamblea Nacional legítima, bastión para la resistencia y luchas organizadas y estratégicas de la oposición. Como en realidad sucedió hace 5 años.
Otra de las tendencias es la que revierte las prioridades de la lucha, la exigencia de condiciones y legalidad sin la cual no se iría a elecciones. El reclamo por unas elecciones justas antes de ir a los comicios. No se deben aceptar estas elecciones en esas condiciones en el que se vulnera aspectos que son inaceptables: La negación al derecho del voto a los indígenas. El aumento de los curules de 167 a 277 lo que dificultaría enormemente el acuerdo por mayoría calificada en cualquier aspecto que se debata. Además de que serían “48 diputados por los que nadie vota, sino que los elige el CNE con un algoritmo que nadie conoce” declara Caleca. Se introdujo un recurso de Amparo en el TSJ en un llamado a la justicia como “representación de la voluntad reprimida de los venezolanos que no aceptan cómo fue convocado este proceso”, alegando que la intensión del llamado a estos comicios es terminar de destruir la institución del voto. El principal vocero es Andrés Caleca exrector del consejo Nacional Electoral o sea un experto que conoce al monstruo por dentro. Los que se inclinan por posponer la fecha de las elecciones hasta que se corrijan los aspectos anticonstitucionales.
Esta polémica ha producido las mayores tensiones dentro del seno de la oposición y un antagonismo rabioso entre sus defensores. Insultos de la peor ralea lanzados sin ningún pudor ni contemplación en un espectáculo publico lamentable que no pareciera tener vuelta atrás y más cuando 27 partidos se manifestaron públicamente que no irán a los comicios.
La última posición de menor contemplación pero con igual importancia y validez es la sostenida por el Profesor José Rafael Herrera quien mantiene que nuestro enfrentamiento no es político sino judicial: Estamos secuestrados por unos gánster que deben ser abatidos por fuerzas policiales bien sean nacionales o extranjeras. Deben ser sacados de Miraflores esposados como hampones. Hasta que no se entienda que se trata de una banda delincuencial la que nos oprime no vamos a encontrar la forma de combatirlos. Las realidades hay que llamarlas por su nombre. Me encantaría ver esta culminación pero la verdad es que no tenemos las armas, ni la policía, ni la justicia que condene. La verdad es que no tenemos con qué.
Retomo entonces al principio de este artículo, que no tengamos con qué, que no reine un Estado de Derecho en nuestro país no es lo mismo a decir que no existe y es por ello que se libran luchas por rescatar lo que nos pertenece y nos fue arrebatado. Es la forma de la lucha el verdadero debate, si es dentro de términos políticos hay que contemplar el diálogo por mas agrio e injusto que este sea, con políticos formados y serios que aparentemente no tenemos. En caso contrario iremos a una confrontación y destrucción como ya estamos haciendo. Estamos más lejos, hoy en día, de entendernos entre las distintas fuerzas de la oposición que con los hampones que nos maltratan que al fin y al cabo ya se han entendido algunos pseudo opositores bajo cuerda y a media noche.
Yo aún no veo con claridad hacia qué camino me inclino, solo leo con respeto las argumentaciones que esgrimen los firmes creyentes de las diferentes opciones en debate. Nuestra situación es desesperante porque hemos llegado demasiado lejos en el dominio del despotismo y en mi opinión por la mala conducción de políticos improvisados. Sin políticos no hay política y es esta realidad nuestro principal y trágico problema. Cualquiera de los caminos que tomemos si no está estratégicamente conducidos y mayoritariamente apoyados se sumará a nuestro próximo y doloroso fracaso.
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