Cuando esto comenzaba mis vecinos eran chavistas pero de los
bien enchufados. Digo eran porque ya no son mis vecinos pero lo de enchufados
siguen siendo y de los que halan mucha electricidad. Me invitaban a reuniones
con altos jerarcas y cuando yo llegaba el anfitrión anunciaba “cambio de
conversación ella no es revolucionaria”. Pero una vez estaban tan molestos
entre sí que el entonces director del IVIC dijo delante de mi “esto no se va a
sostener porque la gente competente del país no está con nosotros”. Cuánta agua
ha pasado por este molino y allí están sostenidos únicamente por la fuerza
bruta y vemos o mejor dicho sufrimos la mediocridad que los caracteriza. Nada
funciona, todo vuelto añicos y nosotros con una vida en constante zozobra,
pendientes y asustados por las cosas elementales, la electricidad y el agua nos
roban la casi totalidad de nuestros pensamientos y nuestros deseos. Agua y
electricidad las primeras necesidades.
El desamparo sentido es de tales proporciones que se
comienzan a ver de manera alarmante los ataques de pánico. Nietzsche tiene una
frase muy elocuente que hoy la he recordado especialmente “te ves desamparado
en el mundo y buscas el calor del establo” era lo que veníamos haciendo en
nuestros hogares, al menos dentro de esas cuatro paredes se conseguía un poco
de sosiego. Ya no, estás en la casa pendiente de la menor señal que indique que
el voltaje comenzó a oscilar para correr a desenchufar los aparatos. Uno
tiembla con solo pensar que se pueda quemar la nevera porque simplemente es
quedarse sin ella, imposible de reparar y ni pensar en adquirir una nueva. Es
como si todo conspirara para aniquilarnos y ahí se mantienen mientras la gente
revienta de la rabia. Los gritos desesperados escuchados anoche daban miedo y
esto se va acrecentando. La situación despierta los instintos primarios de
supervivencia y las hordas se desatan, estamos a un paso.
Cuando ya no pareciera que hay cabida para la civilización
aparece un acuerdo entre las partes referente a la ayuda humanitaria, se prende
una vela y uno se entusiasma porque entre otros detalles que se pueden resaltar
el que más me interesa es que se comienza a negociar. ¿Reconocerían su
incompetencia? Esa que desde un principio ya la manifestó un “revolucionario
indignado”. ¿Reconocerán que el que no sabe no puede improvisar en materia para
la que no es competente? Porque los resultados saltan a todas las percepciones
posibles. ¿Permitirán que la gente competente comience a reconstruir estas
ruinas? Y por último se irán haciendo a un lado con disimulo, calladitos,
escurridizos por las cornisas para que no los notemos, como hacen los rateros,
como se escurren las alimañas. Se irán deshaciendo, desapareciendo para ser
recordados como una especie feroz que una vez existió y se extinguió. ¿Será ese
su final? Uno no esperado. Está bien, soñar no cuesta nada y sin luz los
pensamientos oníricos son los adecuados. Los pensamientos que revelan los
deseos de una “no revolucionaria”.
Recuerdo cuando cayó Pérez Jiménez y los días anteriores a su
caída, no entendía mucho era muy pequeña pero se sentía la intranquilidad y los
cambios de rutina en casa. Con nosotros vivía un tío de mamá muy divertido por
sus excentricidades y su manera histriónica de ser. Se trancaba en su cuarto y
agachado oía un radio que él mismo había fabricado para captar señales
clandestinas y ondas de baja frecuencia. Yo me sentaba al lado de él más que
todo para captar sus expresiones porque de resto no entendía nada y no me
permitía hacerle preguntas para no interrumpir las informaciones que le llegaban.
Salía de allí eufórico ponía un joropo y comenzaba a zapatear de alegría por
toda la casa, “esto merece una guarapita Belén” (mi mamá) y se metían al bar a
celebrar. ¿Qué celebraban? La libertad que se acercaba. ¡Cómo los entiendo hoy!
Es que no veo el momento de poder brindar nuevamente por nuestra libertad
recuperada y recordarlos como lo hago siempre pero de manera muy especial. Brindaré
por Tío Mino que llenó mi infancia de magia.
Américo Martí, testigo privilegiado de aquellos días y además
actor político muy joven, preso para el momento cuando despega la “vaca
sagrada”, relata que la huida del dictador ocurre después de un largo proceso
de manifestaciones civiles, grupos sociales, políticos, religiosos y militares.
Resalta que el núcleo cohesionador de relevante importancia fue cuando se
colocó la unidad por encima de las diferencias en nombre de un objetivo común.
Hay que recalcarlo para aquellos que se escandalizan ante una foto de la
dirigencia política con la que contamos, unidos por un solo objetivo. Américo
que sabe de estas lides porque esa ha sido su especialidad, no es un
improvisado, considera “Aunque difícil, es una receta simple, porque por encima
de las teorías conspirativas la política es más sencilla de lo que mucha gente
cree”. Yo diría lo que es muy complicado es la gente, la inconformidad a toda
medida que se tome, el puritanismo, y la sed de venganza como objetivo prioritario.
La dirigencia lo está haciendo bien, llegar a acuerdos para evitar más
sufrimiento y muertes innecesarias es un logro y es un logro político.
La sociedad está paralizada, el país no funciona porque sin
electricidad nada funciona, nos falta la insurrección organizada que se
comienza a gestar, por ello la importancia de nuestra manifestación pública.
Quiero que se desvanezcan, que desaparezcan, que se esfumen. Pero sobre todo
quiero una radio clandestina y los gestos orientadores y alegres de mi tío. Quiero
poder brindar por nuestra libertad.
Tenemos en Juan Guaidó una gran esperanza. Ojalá y cuajen las estrategias que vayan surgiendo. Muchos saludos.
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