Para soportar la vida los seres humanos requerimos de una
gran dosis de ficción. Pensar lo imposible es necesario para abrir caminos a
una aproximación en cualquier realización. Es propiamente la tarea del pensar y
la condición de la creación. Quedar encorsetados, excesivamente ceremoniosos y
trascendentales nos aleja de lo propiamente humano y resta magia a la
existencia. Es lo que conocemos con la expresión “hace falta ángel” con lo que
queremos expresar una falta de alma, de entusiasmo, de asombro. Saramago pedía
a gritos volver a aquella filosofía donde se jugaba con la ficción, “las
palabras al pensar y el pensar a las palabras” El pensamiento que toma su libre
vuelo para abrir caminos a lo que irremediablemente está por aparecer pero que
reclama enunciados. Esos “post” que anuncian que algo se está dejando atrás
pero no se tiene muy claro que es lo que vendrá, pero se percibe, se intuye, se
huele, se palpa. Captar en el ambiente los nuevos aires y darles una mirada
distinta, especial, al fin y al cabo ha sido el gran talento de los buenos e
inmortales novelistas.
No solo queda la ficción para el entretenimiento sino para
construir un mundo y una vida con encanto. Cuando la situación se vuelve
monótona, repetitiva, sin innovación ni imaginación se está al borde de los
límites que empujan a las visiones trágicas o a las melancólicas. El escenario
apaga sus luces y la vida se nos ofrece como absurda y sin posibilidades. El
agobio propio del que no está satisfecho con lo dado pero al que se le exige
una apuesta por lo no enunciado, prácticamente por el vacío del sentido. Solo a
la espera de una nueva decepción porque la obra se tornó repetitiva, sin
imaginación, sin ángel. Seres encorsetados, con caras de funerales, entrecejo
enfurruñado, mirada desconfiada y temerosa no despiertan la confianza que reclaman.
En todo buen relato tiene que pasar algo y se debe contar desde las primeras
líneas porque el lector requiere ser seducido por las letras. Arthur
Conan Doyle maestro del encanto de la deducción
fue muy optimista con la lógica humana “Presentad una gota de agua a cualquier hombre dotado de un
poco de lógica y será capaz de deducir por aquella simple gota la existencia
del océano o del Niágara” Nos estamos vaciando de semejante imaginación y
estamos quedando sentados en pupitres ante un mal profesor. Aburridos sin
ángel.
El historiador y etnólogo
Bertrand Méheust quien se ha dedicado al estudio de fenómenos paranormales se
lamenta que ya ni siquiera los ovnis poseen ese carácter real que inundó los
campos en los años sesenta. En una interesante y divertida entrevista manifiesta “En aquel entonces eran una realidad
misteriosa que visitaba el cielo y a veces se posaba en tierra; íbamos al campo
a entrevistar a los campesinos que los hubiesen visto. En cambio ahora se han
convertido en una realidad más o menos virtual. Internet ha borrado las
fronteras entre nuestra realidad y aquella de la que se suponía que venían los
ovnis. En la actualidad, los ovnis están en Internet y no es posible distinguir
entre las mitologías de pacotilla recogidas y difundidas por la red y la
realidad de los ovnis. Además las personas que ahora se interesan por los ovnis
no tienen ni idea de cómo establecer una diferencia. Así que mi interés por los
ovnis se ha esfumado de repente. En esto ha tenido mucha culpa la ufología
americana que ha acabado con todo” Aquellos años de los hippies, de los
Beatles, de la marihuana y de los sueños desapareció para quedar sumidos en una
realidad poco creativa, poco entusiasta, de muy escasa ficción. Quedan los
buenos escritores, grandes novelistas que nos sumergen en vidas y mundos con
encanto. Nos ofrecen la adorable alternativa de bajar por ratos del tedioso
relato de la realidad estancada.
No
solamente tenemos la tarea de saber si es verdadero o falso lo que estamos
diciendo, sino saber si estamos diciendo algo. La realidad grita rugidos de
dolor y rabia y el discurso para su interpretación quedó estancado, ya casi
podemos predecir, sin temor a equivocarnos, lo que dirán los diferentes
personajes públicos. Nada nuevo, nada creativo, nada asombroso, nada que
despierte al oyente de su letargo. Grabadoras que se quedaron pegadas. Están
los que mienten cada vez con mayor descaro; están los que esperan por momentos
ideales; están los que repiten las mismas frases trilladas y hay otros que
optaron por un silencio precavido, a estos últimos se les agradece no seguir
contribuyendo con el desencanto. Todo lo que se está diciendo ya ha sido dicho,
la misma ficción de un mundo desgastado. Rorty afirmó que “nadie puede dar
sentido a la idea de un último comentario, de un punto y final de discusión, de
un buen fragmento que sea algo más que un pretexto para escribir otro aún
mejor” Esa sería la invitación a la que estamos obligados, debemos comenzar a
relatar nuevas e interesantes ficciones para reinventarnos como país.
Necesitamos y con urgencia invenciones creativas, conciencias
lúcidas y serenas que no ignoren las
vidas, que nos reconcilien con nuestras condición de ser libres en un mundo y
no sometidos a un poder y a la obediencia. Una razón ampliada a través de la
imaginación que se abra camino por nuevas trochas y no ésta repetición muerta
de lo “políticamente correcto” porque así lo determinaron imaginaciones y ficciones
pasadas. Un toque de locura como diría José Luis Rodríguez. Estamos, sin lugar
a dudas, faltos de ángel. Pero eso sí, cuando se pose en nuestras mentes
desangeladas, solo pido que sea sexuado.
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