11 de julio de 2017

Un nuevo relato




El país está desorganizado y con él nos desorganizamos todos. Las opiniones son tan disimiles como las noticias sorpresivas con las que vivimos día a día. No hay tiempo de poner en contexto tanta precipitación de acontecimientos. Las redes sociales son un bombardeo de pronósticos, hipótesis y fantaseos que se imponen a los imaginarios ansiosos por hacerse una idea de lo que pasa, de donde estamos parados. Queda siempre la sensación de que algo se nos escapa, de no saber toda la verdad, que los datos se ocultan, que hay una maquinación que juega con la inocencia, de ser una burla de la última carcajada. Ávidos buscamos información que no encontramos, así permanecemos constantemente en la incertidumbre, la sorpresa, la sospecha. No tenemos tiempo o no nos damos ese tiempo. Es imposible poner orden, no hay un solo relato, no contamos con una sola trama, la historia se nos hizo pedazos. Hacemos multitudes de narraciones que conviven en el mismo escenario, todas inconclusas y a todas les falta la fuerza de la convicción. Un solo final esperamos, nos une una misma esperanza y estamos apurados. Es necesario acabar con estas narraciones y comenzar con una nueva que contenga un hilo conductor. Nuevos escenarios, distintos paisajes.

Queremos en nuestro próximo relato volver a creer en nuestras posibilidades, dejar de mentir y de engañarnos. Queremos volver a ser serios y conducirnos con dignidad. Dejar los insultos, volver a respetarnos. Entrar por la puerta como hacen los seres civilizados y no camuflados, escondidos, maleteados. Que los reptiles queden acorralados y no aparezcan en nuestras pantallas, que no vuelvan a introducirse en nuestras casas, que no pululen amenazantes y grotescos  en los guiones que narramos. Queremos una leyenda bien narrada. Queremos volver a narrar una vida bien contada. Con esta esperanza nos acercamos a ese gran “SI” que repetido tres veces nos hace evocar las playas orientales. Presos como hemos estado volvemos a tener esa gran convocatoria para expresarnos, la fiesta de voluntades de los ciudadanos. Puede ser un gran inicio de la nueva novela nacional, como se han escrito las grandes obras, las inmortales. Las mejores plumas salen del tintero y comienzan los nuevos trazos con los que nos volvemos a reinventar. Decimos “SI” a las formas republicanas.

Si no nos lo impiden allí estaremos los ciudadanos en el encuentro nacional. Porque fuerza y convicción hemos demostrado sin titubeos. Como con absoluta justicia señaló Inés Quintero “la sociedad venezolana ha respondido con una enorme fortaleza y una extraordinaria musculatura republicana: se ha mantenido en las calles por más de noventa días, exigiendo el respeto a la constitución y la defensa de sus derechos ciudadanos”. Si tratan de impedirlo con sus delincuentes desatados será peor para ellos y precipitaran su caída definitiva. Pasarán a ser recuerdo de uno de los peores errores de las páginas de nuestra historia. Esa tenebrosa narración innecesaria que tratan de imponer aunque nos neguemos a ser sus personajes. Hacen discordantes enunciados sin sujetos del enunciado, cuentos perversos sobres objetos que se mudaron a ser sujetos de nuevos enunciados. El tiempo lo exigió y estuvimos a la altura, damos la respuesta adecuada con una clara y contundente afirmación. SI, SI, SI.

Se nos hace imperioso comenzar a narrar nuestra nueva historia, con versiones acorde a la realidad de los hechos, que nos devuelvan la significación de lo que somos, que resignifique tanta locura sostenida por tan largo tiempo. Expresa Fernando Yurman “Las fuentes de esta necesidad narrativa primordial residen tanto en la naturaleza del psiquismo, ya que la narración es un organizador central, como en la modulación cultural de la realidad. Ambas dimensiones, aunque son específicas, se entrelazan. Como se sabe, hay cierta homologación entre las historias personales y las sociales, entre los ideales del relato y la historia que traducen” Mientras esto sucede inevitablemente seguiremos escribiendo diferentes versiones sobre un mismo hecho y estaremos entrando a la sala más atractiva según el gusto de cada quien. Necesitamos de historias porque al fin y al cabo somos también narrados, somos productos de las narraciones sociales. Símbolos, fantasías, leyendas, mitos que nos atraviesan. Es imposible una narración de nuestras vidas sin tener un libreto nacional, al hacerse trizas uno el otro se atomiza. Se pierde coherencia y la angustia se desborda impidiendo el banquete de las diversas emociones.

Se van a introducir elementos inéditos pero para que puedan ser compresibles tienen que estar insertos en una historia, en el nuevo cuento que estamos por comenzar. Ya le pusimos título con una afirmación que surge de la negación fundamental que hemos gritado durante estos agotadores años. No quisimos y no queremos ser esclavos, no quisimos y no queremos vivir en una constante propaganda engañosa. No quisimos y no queremos botas militares. No quisimos y no queremos tantas personas asesinadas, gente con hambre, niños abandonados, enfermos sin medicinas. No queremos y no quisimos estos mediocres mancillando nuestros valores republicanos. Así que el país nos reclama y estaremos allí con nuestras historias maltratadas otorgando un gran SI a nuestra dignidad. Comienza un nuevo relato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario