Basta un traspié, un error, una mentira o un secreto para que
se descomponga la relación que se establece entre los seres humanos. Sea esta
la relación que sea, ninguna se salva de lo que puede ser sentido y vivido como
una traición. Lo oculto, que por algo se oculta, inevitablemente termina
saliendo a la luz y causa efectos desbastadores. No solo porque si el hecho se
ocultó era porque no era agradable para otros, o para uno mismo, sino por el
hecho mismo de haber sido mantenido en secreto. En la historia de la humanidad
muchos de los asuntos propiamente humanos, sobre todo la sexualidad, se
revistió de un secretismo y ocultamiento que causó mucho dolor innecesario. Con
el tiempo y la tolerancia que se pregonó como un aspecto necesario en la
convivencia humana, muchos fenómenos propios de la sexualidad salieron a la luz
y mostraron ser mucho más corrientes de lo que nunca imaginamos. Con ese paso evitamos mucho dolor, mucho
sufrimiento. Borges dedica un cuento, La Secta de Fénix, a esta hipocresía de
la humanidad, de negar, ocultar lo sexuado que somos todos, afortunadamente.
“Lo raro es que el secreto no se haya perdido hace tiempo; a despecho de las
vicisitudes del orbe, a despecho de las guerras y los éxodos, llega,
tremendamente, a todos los fieles. Alguien no ha vacilado en afirmar que ya es
instintivo”.
En nuestro mundo es cada vez más difícil mantener un secreto.
Bien porque ya no es necesario, salimos del closet con mayor agilidad, o bien
porque la tecnología nos tiene vigilados. Muévase y saldrá un mensaje en
Facebook, fulanito de tal se encuentra en este sitio, con mapa y todo por si
usted quiere ir a darle unos carterazos. O porque las computadoras y los
teléfonos inteligentes (inteligentes para revelar secretos) mantienen la
información aunque usted sea cuidadoso y la borre. Y no se confíe en que el
otro no sabe, hoy un niño de cinco años maneja la tecnología a su antojo. En la
Primavera Árabe se destacó la importancia que tienen las redes sociales para
armar un buen lio y tumbar gobiernos. Hoy nadie duda de la herramienta que
representan en los debates políticos y levantamientos populares, porque es un
medio privilegiado para marcar tendencias de opinión. La opinión no es verdad
ni mentira es opinión sobre los hechos, sean estos verdaderos o falsos.
Escribimos y no cesamos de hacerlo y lo que manifestamos a través de la
escritura se puede convertir en cohesión de grupo o puede disolver dicha
cohesión y esto con la velocidad de Internet. Aquí nos damos un tiempito por la
lentitud del servicio.
Por otro lado el mundo tomó el camino del desarraigo, se vive
sin compromiso y sin lealtad por lo acordado, no es baladí que ya los hombres
no confían de los otros hombres, estamos con la lupa activa y sospechando constantemente
de malas jugadas. Estas características se encuentran muy acentuadas en nuestro
país y con razón. Tenemos una muy larga época sometidos a las trampas, a las
mentiras, a los juegos sucios, a la oscuridad, por lo que nuestra desconfianza
se ha ido acentuando de forma exponencial. No es propicia la situación para
pedir lealtades ciegas, se requiere mucho esfuerzo y rectitud en la conducción
hacia nuestra libertad, que todos queremos, para poder confiar. Bauman lo
advierte constantemente “lo que podemos llamar la crisis de la democracia es el
colapso de la confianza” Estamos cada vez más alerta a la corrupción, a la
estupidez y a la incapacidad. La capacidad y probidad se deben demostrar, la confianza debe ser
restituida si se tiene la visión que los ciudadanos somos seres humanos que
ameritan respeto y no simples objetos a ser usados, como nos han tratado los
que adversamos.
Con este panorama general de la realidad que habitamos, lo
cual salta a la vista, no está oculto, es patente; se da un paso que no se
entiende, se le oculta a la ciudadanía que hay conversaciones con el gobierno.
Se le oculta, se mantiene en secreto y es conocido, revelado ese secreto, por
uno de los hombres más perversos de esta historia. Nosotros que a duras penas
comenzábamos a depositar una dosis de confianza se nos despierta violentamente
agredidos por la arrogancia de quien poseía un secreto de una negociación que
nos pertenece a todos, enfatizo a todos. Se negocia nuestro destino, se nos
negocia y no lo sabíamos. De aquí en adelante se destapa todo tipo de opinión,
se hace todo tipo de conjeturas, se levantan las sospechas más oscuras, el
veneno se esparce por doquier y nada lo puedo detener y menos unas
explicaciones balbucientes, mal articuladas propias del que es descubierto en
un acto punible. Gran error, incomprensible.
Hannah Arendt lo enfatizó “la verdad factual configura el pensamiento
político”, la verdad está en los hechos en ese arte de actuar acertadamente y
con las estrategias definidas y adecuadas para alcanzar un fin, en nuestro caso
es un momento muy delicado y no se puede permitir equívocos tan torpes y
violentos, no tenemos tiempo para improvisados. Es propio de las tiranías estar
constantemente tergiversando las verdades, ocultándolas y manipulando a través
de la propaganda, si estamos decididos a salir de esta opresión no puede ser
utilizando los mismos métodos. Somos muchos los implicados y todos merecemos
saber hacia dónde nos dirigimos, todos debemos ser incluidos y hacernos
responsables, todos debemos ser tratados con respeto. Así que déjense de
secreticos que en un mundo como el nuestro ya eso no es posible. No queremos
tener de vocero a un comprobado perverso.
“Desde esta perspectiva, seguimos inconscientes del verdadero
contenido de la vida política, de la alegría y la gratificación que nacen de
estar en compañía de nuestros iguales, de actuar en conjunto y aparecer en
público, de insertarnos en el mundo de la palabra y obra, para adquirir y
sustentar nuestra identidad personal y para empezar algo nuevo por completo” en
palabras de Hannah Arendt, que nos vienen como anillo al dedo.
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