El deseo femenino ha sido siempre uno de los temas
escurridizos para los estudiosos del psicoanálisis. Freud se dio por vencido en
este tema y manifestó no saber qué quiere una mujer. Lacan arrojó mayor
claridad sobre el tema y especificó que la mujer no hace conjunto, cada una
posee un goce particular al no quedar atada al significante fálico. Al saberse
castrada posee una movilidad extrema en la persecución de lo que quiere y una
mayor posibilidad de un actuar sin límites. Descubrir las maniobras inconscientes
para conseguir lo deseado es uno de los retos más fascinantes en el trabajo
clínico con una mujer. No ha sido fácil para el género conseguir las libertades
sociales de las cuales ha sido restringida, pero también es cierto el
reconocimiento de la fuerza femenina por conquistar el derecho a su identidad y
a su propia determinación.
Desde la antigüedad se
relató la tragedia y heroicidad encarnada por la figura femenina; Antígona y
Medea son dos ejemplos de los mitos que revelan los contenidos inconscientes
que solo pueden hacerse conscientes en forma de relatos; mujeres que retaron la
autoridad para conseguir lo que querían sin escatimar los medios y actos
ilícitos en los que tuvieran que incurrir. Mujeres que no flejaron ante su
deseo pero manifestando propósitos muy distintos; Antígona no se rinde ante un
poder arbitrario que impedía enterrar a su hermano; Medea asesina a su hermano
e hijos para destruir al hombre que la había abandonado. Nos ocuparemos de
Medea arquetipo de una locura femenina que asesina para sus propios intereses
egoístas.
Pablo Escobar uno de los asesinos más notorios de la historia
reciente de Colombia y que retó a la autoridad colombiana por una larga década
tuvo como madre a una mujer en la que podemos observar todos los rasgos típicos
de cómo se gesta a un asesino. Una mujer de extracción humilde, maestra de
escuela con una ambición desmedida pero con pocas ganas de lograr por sí misma
su propio camino, escoge a uno de sus seis hijos como herramienta para hacerse
un lugar en la historia. Pablo Emilio muestra desde pequeño un carácter hostil
(tendencia sádica) y ella aúpa tal comportamiento invitándolo a retar cada vez
más a las autoridades, el colegio, a su propio padre. Una mujer que ignora a su
marido y no le permite ejercer sus funciones paternas, lleva a cabo su proyecto
sin titubeos. Ella es la única que es capaz de regañar a su hijo, de jugar a
una doble moral entre la religiosidad y la maldad sin caer en contradicciones.
De despreciar y anular a todo el que intentara interponerse en la meta
decidida. Se mete en la vida de su hijo de una forma uniabarcadora, logra
aleccionar a la esposa, a los hijos y le abre el camino de la delincuencia
asegurándose que en toda esa historia macabra ella es privilegiada. Una mujer
inteligente, sagaz, extravagante, autoritaria pero al mismo tiempo “familiar y
santa”.
La tragedia que en nuestro tiempo no se representa en los
teatros, sirviendo de catarsis a deseos reprimidos, se lleva a cabo en las
calles de forma obscena. Como manifiesta Fernando Ulloa, estamos en un tiempo
en que los asesinatos y la violencia se despliega en sus múltiples formas: el
hambre, la enfermedad sin posibilidades de la atención adecuada, el abandono
absoluto de la población a la arbitrariedad de la maldad y una obscenidad como
efecto de la mirada complaciente de hombres y mujeres capaces de condolerse
solo cuando le rozan a uno de los suyos. Se establece la costumbre de matar,
con un revestimiento negador, con tal de conseguir y disfrutar de los caminos
deseados. Mujeres que usan a los hijos o a los hombres para quedar aseguradas
en lugares sin ley. Autoras y testigos de proyectos siniestros, se les facilita
la tarea anuladora de sus víctimas si pueden operar sobre ellas desde muy
tierna edad. La crueldad de estas mujeres es vertida por sus víctimas a
terceros en un intento siempre fallido por hacerse un lugar omnipotente, “yo
soy el que manda” en otras palabras “yo soy la ley”. La madre mientras tanto
hace guiños cómplices con una participación activa en el acto cruel. Goza de un
hijo canalla que pretende tener toda la verdad consigo y que niega la
existencia del otro ser. De esta forma el hijo puede hacer, sin miramientos,
todo tipo de atrocidades y crueldades al quedar siendo objeto de un deseo perverso
materno que condena al hijo a un tormentoso destino.
Christofer Bollas destaca (en una conferencia dictada en
2007) como pasos estructurales de la maldad: en primer lugar una seducción por
la bondad, después el ofrecimiento de poderes y lugares de los cuales la víctima
carece, produciéndose una total dependencia y por último la decepción puesto
que el seductor engaña. Resultado de este perverso plan es la muerte psíquica
del sujeto, el asesinato de su verdadero ser. Queda inevitablemente atado y sin
posibilidades de emprender otros derroteros; entrampado en un destino que le
fue elegido y precipitado a un fatal desenlace. De hecho Pablo Escobar terminó
abatido por las fuerzas del orden colombiana en cooperación con la DEA. Su
madre montó un altar en su casa con
figuras de Pablo e imágenes religiosas y dormía con sus camisas usadas para no
perder “el olor de su hijo”. Más tarde se sospechó de su intervención en la
captura del “el patrón del mal” por la facilidad como entraba y salía de los
Estados Unidos cuando a sus hijos y esposa les estaba prohibido.
Colombia escribe su historia con la advertencia “quien no
conoce su historia está condenado a repetirla”. No pasará mucho tiempo para
comenzar a escribir la nuestra porque detrás de tanta perversidad hay muchas
mujeres astutas revestidas de “caras angelicales”. Muchas madres de asesinos
poderosos. Muchas mujeres perversas.
Interesante. Me remitió a Eurípides y su época y a Claude Monet( La mujer en la Grecia Antigua). La leí con interés grato.
ResponderEliminarDisculpe,le cité a Claude Monet como autor de La Mujer en la Grecia Antigua; pero, no es. Como lo hice de memoria, pues la memoria me traicionó y puse al pobre Monet a escribir en vez de pintar. Pero Corrijo: Claude Mosse (profesora de historia en la Universidad París VIII) es la autora de La mujer en la Grecia clásica (Edit. Nerea 1983). Saludos, otra vez.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por su comentario, es un tema que me interesa así que buscaré su referencia. Saludos cordiales
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