23 de abril de 2025

La frágil tolerancia

 

Egon Schiele


Cuando más discutible y controversial es la realidad que enfrenamos más aparece el llamado a la tolerancia. La tolerancia es una impostura en última instancia. No es natural, no nacemos siendo tolerantes se nos enseña, para salvaguardar a un posible hermanito a quien tenemos ganas de desaparecer. Después puede ser que lo queramos, pero realmente fastidian. Nada, a tragar grueso y a ser tolerantes. A cambio pedimos tolerancia para con nosotros. Según sea el atrevimiento de nuestros actos puede ser que la cadena se rompa, somos sancionados de alguna forma nos vengaremos, por lo menos un empujón injustamente recibirá el hermanito como venganza. Tendremos irremediablemente que volver al redil de la tolerancia impuesta por la cultura y la educación (llámese padres).

Es difícil porque siempre implica una contradicción, es aceptar como bueno lo que nos parece malo, como verdadero lo que nos parece falso, como bello, lo feo. Su dosis de irracionalidad tiene la tolerancia, entonces. Debemos admitir que solo se tolera por amor. Porque te amo te tolero sería el eslogan, pero no abuses, porque todo tiene su límite y es mejor que no conozcas las consecuencias. Esas paradojas a las que nos obliga la vida social, si no transigimos, aunque sea con las narices tapadas, terminaríamos exterminándonos. A eso pareciera nos encaminamos porque el mundo da muestras de un deseo de control y dominio intolerables. Es aquí donde en gesto seductor se nos llama a ser tolerantes, aguanta y verás es parte del discurso que intenta detener las fuerzas rebeldes. Con las ganas que se tienen de ir a empujar al hermanito.

En forma jocosa pero que da en el blanco Alfredo Vallota nos recordaba la anécdota de Paul Claudel “entre burlona y resignadamente, salía por la tangente diciendo ¿tolerancia? Hay casas para eso”. Sin embargo, la palabra remite a una búsqueda de acercamiento al diferente, a considerar sus posturas y a tomarlo en cuenta. Un espíritu de convivencia que nace con la democracia que se pensaba en Grecia. Como contradicción los griegos nunca cedieron ni dejaron de cuestionar todo lo que se les atravesaba. Esto le costó la vida a Sócrates que no dejó de interrogar pero que abrió las condiciones para aceptar al otro más allá de las diferencias. El otro puede ser que esté en lo cierto y tu seas el equivocado, ábrete a un interrogatorio franco y después vas y le pegas al hermanito de la frustración que te dará, pero al menos sales de un error. Se requiere valor.

Análisis crítico y convicciones fundadas, en alguna parte he leído eso, pero hace tiempo que no los veo. Ese intercambio honesto y arriesgado no es frecuente hoy en día, predomina la arrogancia y la imposición. También la manipulación emocional y el otro se defiende como lo hago yo, con sarcasmo. Estamos ya a nivel de caricatura. Solo a los perdedores se nos llama a la tolerancia cuando ya estamos bajo una bota militar, que de eso si sabemos. Concedamos que los individuos son distintos, pero nadie, entiéndase bien nadie, está autorizado a pisotear al otro. Allí nadie, entiéndase bien nadie, está obligado a ser tolerante y de autoritarismos sabemos bastante en américa Latina. Ser sumisos termina en una inevitable violencia. Respeto a los Derechos Humanos, a la diversidad a los gustos y creencias individuales dentro de los límites de la racionalidad y la educación.

Las interacciones sociales fundan en cada uno de nosotros una posición ética y nos determina a ser tolerantes con algunos pensamientos y actos ajenos y a ser radicalmente intolerantes con otros. Una vez entendida y aceptada nuestra ley nuestro hermanito estará tranquilo.

16 de abril de 2025

Asombro y reacción

 

Gaetano Cellini


Hay un consenso bastante generalizado del cambio que ha dado nuestro mundo y, por supuesto, las relaciones que mantenemos entre nosotros. Principalmente nos relacionamos a través de pantallas con los amigos y familiares que se encuentran a muchos kilómetros de distancia, esto es lo que nos permie la tecnología que ha cambiado radicalmente las relaciones en la ubicación espacio-temporal. Estamos hablando a las 4 de la tarde en Caracas mientras nuestro interlocutor habla a las 10 de la noche en España. Hay que hacer un ejercicio mental distinto para saber que nos dice. Nos ubicamos en cualquier parte y también recibimos avalancha de informaciones disímiles que aturden. Estos dos aspectos que solo señalo para ilustrar como están modificando nuestra conciencia y nuestra afectividad.

Nos estamos alejando de nosotros mismos porque es imposible para nuestra psique soportar tanta tragedia humana, catástrofes naturales, guerras y atentados donde fallecen miles de seres humanos. Dictadores que abusan de los seres humano y se comportan como dueños de nuestras vidas. Terminamos viendo nuestro acontecer de una forma impersonal. Nuestros afectos profundos están petrificados, por sobrecarga de realidad. En palabras de Rafael Tomás Caldera “en una especie de escepticismo superficial”. Aquí quiero resaltar la importancia que está teniendo el cine en este momento. Están realizando muchas películas cuya intención es despertar nuestro afecto y memoria, un esfuerzo por rescatar la memoria colectiva, sacarnos de nuestro encierro voluntario donde nos refugiamos.

El cine tiene una gran importancia para unirnos en esos hechos que nos recuerdan y que realmente ocurrieron, aunque no les prestamos la importancia que tenían y los dejamos pasar sin pena ni gloria. Víctor Krebs nos indica que “Aparte de formas de entretenimiento, y más allá de lo que la industria cinematográfica ha hecho de este arte, las películas son como sueños colectivos en los que se nos revelan las inquietudes y fantasías, los problemas y los conflictos más profundos de la psique cultural”. Esta constante revelación que nos llegan con el poder que tiene una imagen hace que lloremos, nos riamos a carcajadas, brinquemos del susto, sintamos una gran ternura o indignación. Posee una magia única de transformar lo común en único e inolvidable. En otro contexto, con otro espacio y tiempo da oportunidad de tocar nuestra propia alma. Una forma de recuperar nuestra conciencia perdida. Sin nosotros y nuestra estética no despierta el mundo será cada vez más aterrador.

Mencionaré algunas películas que fueron reconocidas y que incuestionablemente estremecen, dejan al espectador conmovido. “El Brutalista”, llena de simbolismos y giros inesperados es una pregunta impactante por la libertad, un cuestionamiento acertado a la vida utilitaria e instrumentalista unida al desprecio al distinto, al extranjero que puede ser utilizado y desechado. Al mismo tiempo un monumento arquitectónico al horror del holocausto. Comenzando la película se escucha una voz en off “Quienes más libres se creen, son los que están más lejos de la libertad”. “Aún estoy aquí” cuya finalidad es recuperar la memoria de lo que ha sido las criminales dictaduras en nuestros países latinoamericanos. Ese empeño del dictador de borrar los signos y símbolos que nos dan continuidad y nos identifican con nuestra experiencia común. Las sociedades son tales porque comparten recuerdos y conservan las costumbres. Estremecen con especial profundidad las películas iraníes “El Circulo” “La Semilla de la higuera” y “La vida de los demás” valientes exposiciones de las atrocidades de su gobierno teocráticos que los directores han filmado en la clandestinidad corriendo graves riesgos.

El cine es un buen esfuerzo por rescatar nuestras conciencias y sensibilidad. Se necesitan nuevas fuerzas que rescaten al ser humano de su letargo. Se necesitan seres asombrados y alarmados que respondan al llamado de un mundo necesitado. Es una forma de interactuar con un público más amplio, quizás la nueva forma de educar en la era de las plataformas, en la era digital.

9 de abril de 2025

Solo los acontecimientos señalan la ruta

 

Salvador Dalí


El totalitarismo se instaura en las certezas de las creencias, se sabe a ciencia cierta como debe de estar constituida una sociedad y hacia donde debe ir. Por el contrario, la democracia se funda en la disolución de las certezas y es el debate constante lo que le imprime carácter y rumbo. En este dinamismo propio de una sociedad viva, en movimiento, van aconteciendo eventos que sorprenden, que no estaban bajo los cálculos de un árbitro, de un individuo o de un grupo, es, entonces, cuando necesitamos reconocer lo que acontece lo que va marcando el rumbo. Vivir en democracia es estar abiertos a nuevas propuestas, a nuevas intervenciones, es un constante movimiento. El poder como insistió Claude Lefort es un lugar vacío, un lugar simbólico, no puede ser ocupado por ninguna camarilla, por ningún individuo que esté constantemente dictando órdenes hacia donde debemos movernos, qué debemos hacer.

Las acciones y pensamientos políticos adquieren visibilidad una vez que aparecen como propuestas de acción y se someten a la prueba de los acontecimientos. De antemano no sabemos si causarán el efecto esperado, pero sin acción sin pensamientos si sabemos que no pasará nada. Así que de antemano le doy la bienvenida a propuestas democráticas con personas conocidas y estimadas como defensores decididos por el cambio necesario, decididos a defender la libertad y los derechos humanos. No hay ni habrá pureza en una lógica independiente de las ideas y del saber humano. No hay garantía más allá del propio riesgo y conocimiento, no hay otro del otro, no hay metafísica divina ni cónclaves de sabios. Hay solo acontecimientos.

Saber que estamos solos y a nuestro propio riesgo requiere valentía, debemos vivir con nuestros propios miedos y con nuestras propias debilidades, no hay redentores. Ante la emergencia de lo nuevo debemos pensar sin ataduras, sin pensamientos fijos, sin las certezas del dogma. Innovar, sorprender y salir del vértigo que produce el vacío de la emboscada. Estamos siendo constantemente burlados y asaltados desde la trinchera totalitaria, brinquemos con iniciativas activas. Iniciativas que comiencen a darle el peso que merece la tragedia social que vivimos, la carestía de la vida y los salarios míseros que devengamos. En este momento quedarse estancado en el dilema de si votamos o no, es suicida.

En democracia, individuo, organización y poder están irremediablemente sometidos a un movimiento constante, no podemos quedarnos petrificados en una sola figura. Si estamos enarbolando la bandera de la liberad es contradictorio que se nos pida servidumbre. Es un peligro que siempre tenemos dada nuestra tendencia histórica de estar adorando figuras políticas. No es la figura del dirigente la que debemos seguir es el pensamiento, la emoción y la lógica que nos marcan los acontecimientos, solo así sabremos la ruta. Lefort sugiere que sufrimos una ruptura en la concepción de la organización social, desde entonces el poder, el derecho y el saber siempre estarán en tela de juicio.

El totalitarismo siempre estará rondando bajo diferentes ropajes porque la apuesta de la democracia es alta para el ser humano, siempre hay que estar combatiendo la tendencia de aferrarse a alguien o a algo. No es fácil vencer la cobardía y la pereza para asumir la mayoría de edad. Para Immanuel Kant, la mayoría de edad se alcanza cuando una persona se libera de la minoría de edad, es decir, cuando es capaz de usar su propio entendimiento sin depender de la dirección de otro. Toda sociedad debe aprender a vivir con sus propias fallas y virtudes parada sobre sus propios pies, remendando sus rupturas, curando sus heridas y actuando y pensando el acontecer.