Max Beckmann |
El saber y sentir la opresión, cada vez más fuerte, de un gobierno autoritario y abusivo, nos hace vivir bajo el horror de la ignominia. Asustados, rabiosos y oprimidos bajo la coacción de una voluntad se va optando por la sumisión silenciosa y la remota esperanza de un salvador. Atrapados sin salida en un laberinto, giramos desconcertados como locos desbordados maniatados y muy pronto amordazados. El cuadro es ominoso, los tiempos son ominosos, cada vez más cerca de perder el derecho a opinar por un irregular fuera de la ley. No es de su interés las leyes ni los deseos de los demás, solo interesa la sumisión, la obediencia, la lealtad. El poder absoluto les pertenece.
Este es el modelo que se está reproduciendo asombrosamente en las figuras de liderazgo. Al irnos alejando de la democracia hemos perdido tonalidad, razón y sentimiento. Líderes y ciudadanos mandones, autoritarios y enjuiciadores arbitrarios se observan cada vez más actuar con desparpajo. Es fácil en este momento ser quemados en las hogueras de la pasión de una turba enardecida. ¿Cómo no tener miedo? Ya lo decía Freud el miedo a la muerte está en todo ser humano y hay muchas formas de morir, me parece que la definitiva no es la peor. La prohibición del deseo es una de las tantas formas de matar al ser humano. En regímenes autoritarios para lograr la sumisión se va exterminando el deseo. Si por falta de conducción política de la oposición llegamos a un totalitarismo tendremos, en definitiva, la supresión de la libertad y por lo tanto de la vida.
Sólo la idea da terror, Lacan afirmaba que el miedo provenía de lo incomprendido y nos conduce a la enfermedad. Una sociedad enferma, solo observando las imágenes bizarras en sus pensamientos dispersos e incontrolables. Es tan importante entender como comer, para no enfermar. Estamos con una libertad restringida y nos conducen a una supresión definitiva de la misma. En algún nivel lo estamos captando y estamos aterrados, fanatizados e intolerantes. Cada dirigente es dueño de una verdad y se hizo su historia particular del mundo, sin disposición a compartirla y a negociarla, sino a dominar para imponerlo. Al encontrar a otro que quiere lo mismo, inmediatamente es su enemigo y es imperioso desprestigiarlo.
Lo siniestro es un operador que da cuenta de la caída de las ficciones haciendo que el miedo y la angustia se revelen en su máxima expresión provocando las alucinaciones y el paroxismo de nuestros males. Si antes de apuñalar al otro no nos detenemos a ver lo que realmente nos aqueja, será muy difícil observar los límites. Los delincuentes suelen ser personas impulsivas, incultas, irracionales. La cultura y la democracia son exigentes, requieren un esfuerzo de entendimiento y disposición de escucha. Si el deseo del Otro es mi muerte por opresión, aparecerá la angustia como señal de alarma. Un indicador de la necesidad de movimientos con otros y de planificar movimientos razonables.
No podemos vivir en tensión con un miedo paralizante, se hace necesario ceder parte de la libertad para ganar seguridad. Acordar con otros sobre lo que hay que hacer, salir de la anarquía de todos contra todos, ubicar el verdadero peligro y saber que el trabajo de reconstrucción comienza con una elección, pero no termina allí. Al elegir estamos escogiendo el camino, estamos comenzando a transitar.
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