Hans Kanters |
Humillar es un modo de ejercer el poder y someter al ciudadano. Humillan porque tienen poder bruto, cuentan con esbirros y jueces comprados para llevar a cabo sus fechorías. Aplastan, pero al mismo tiempo aumenta la rabia de toda una nación despojada de su tradición y de sus bienes. El Nacional es un símbolo de tradición en nuestro país. En la mayoría de los hogares venezolanos desayunábamos leyendo El Nacional. Los domingos era una costumbre sagrada dedicar toda una mañana a sus páginas y a los excelentes artículos de opinión. Reunión obligatoria fue siempre la celebración de su aniversario. Eran tiempos que vivíamos como una inmensa familia y no teníamos esa rabia y resentimiento que nos consume ahora. Causa estupor, abatimiento, indignación este nuevo despojo del que somos objeto. Gran numero de personas que trabajan en El Nacional fueron desalojadas arbitrariamente de sus puestos de trabajo al llegar un batallón de exterminadores al lugar. Numerosas personas quedan sin trabajo en un país arruinado.
Fernando Mires, publicó un interesante artículo basado en el libro de Sandel “La tiranía del mérito” donde resalta esta “política de humillación” que se ha extendido por nuestro continente. En contraste y quizás como efecto de haber humillado a una población excluida en un pasado se levantó entre nosotros seres sedientos de exterminio. Seres resentidos que solo pudieron llegar al poder engañando, seduciendo y ofreciendo “jugueticos bélicos” de revancha. Méritos ningunos, es solo la oportunidad que supieron aprovechar para adueñarse de nuestro país y, como advirtió Sándor Márai, de nuestra alma. Es que El Nacional es parte del alma nacional. Seres sin cultura, pero con armas son un azote para el resto de los ciudadanos comunes y corrientes que aspiramos vivir con cierta calidad. Hubo oportunidades en nuestro país, la educación gratuita y reconocida mundialmente; pero un ejército, siempre privilegiado y consentido por las élites gobernantes, formaron a un grupo de fanáticos soberbios. Uno de ellos se distingue por poseer un lugar, ganado por mérito propio y buena sagacidad, el de “Humillador Premium”.
El mundo es redondo y da vueltas, estos ejercicios irresponsables de desconocer al otro y humillarlo va creando una avalancha de deseos destructores que al desbordarse no hay armas que los detengan. Les tengo miedo, pero se les está llamando a gritos cuando se atropella de esta manera. Cuídate Premium porque no habrá disfraz de enfermera ni ambulancia que te ayuden en esta oportunidad, los uniformes están raídos y las ambulancias sin gasolina. El reconocimiento de cada quien en su lugar es fundamental para poder sentirnos dignos de una ciudadanía. Es por ello que el trabajo tiene una importancia que va más allá de recibir un sueldo, es una pertenencia, es sentirse útil y activo. Los trabajadores de El Nacional, como de toda empresa expropiada y arruinada, fueron arrebatados de su familia, humillados y expulsados de un lugar social que otorga dignidad.
¿Quieren que los sintamos superiores con sus voces de mando? pero producen un efecto contrario, dan imagen de debilidad. ¿Quieren advertir para que reprimamos las conductas incomodas al poder? están provocando que estas se desborden. ¿Quieren que desistamos de presentar alternativas de poder que los sustituyan? cada vez estamos mejor preparados para organizarnos. ¿Quieren quebrarnos moralmente? la rabia nos defiende de ser partidos. ¿Qué están logrando? Juegan con fuego y ya conocen el dicho, no lo repito. No encuentran un sentido a su poder sino el de robar y humillar, por lo tanto, no encuentran tampoco un sentido a su ser. Ya veremos lo que queda de sus disfraces, se caerán al suelo porque el vacío no sostiene.
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