Frank Frazetta |
Llegamos a niveles inconcebibles y seguimos impertérritos tratando de sortear las balas, los virus y los asaltos a mano armada. Esa tierra de nadie en la que se ha convertido la cuota 905 representa un símbolo de la corrupción y degradación extrema en que ha devenido este pedazo de tierra en la que, en tiempos más afortunados, fundamos nuestras ciudades. Cadáveres de personas atravesadas por balas tirados en las calles sin que nadie los pueda recoger porque los organismos pertinentes no tienen autorización de entrar y llevarse a los caídos de esa (nuestra) guerra. La gente les pasa por al lado, los esquiva hasta que un carro cualquiera, un particular, los recoge y deposita en un sitio donde los forenses puedan retirarlos. ¿Quiénes son? ¿Quién los asesinó? Te contestan el Coqui y su banda, esta es una lucha de mafiosos involucrados al narcotráfico. Por un lado, los locales y por otros los usurpadores pertenecientes a los órganos de seguridad del Estado. “Este territorio es nuestro y aquí mandamos nosotros” contestan los malandros.
Convencidos y sin titubeos pensamos que la vida y los territorios se arrebatan, es inconcebible creer que se pueda argumentar con el Coqui o con un agente del CICPC, imposible. No se puede argumentar con la mayoría de los funcionarios que tengan un uniforme y se les haya otorgado alguna autoridad. Se acostumbraron a dar órdenes, no atender razones. O se les entrega “su vacuna” o se resuelve la situación a tiros. La banda del Coqui decidió resolver la situación a tiros como veíamos en los westerns. Esa sensación de euforia que provoca el triunfo del mas fuerte, de un hombre indómito siempre bajo la amenaza de un extraño. Ciudades sin ley tomadas por un justiciero que representa el bien para los suyos que aspiran establecerse algún día y vivir en paz, siempre protegidos por un invencible. Unos eran los buenos y otros eran los malos que se aprovechaban de los indefensos para hacer su propia vida mas fácil. Así se concibe lo que está pasando en este territorio sin ley.
Los bandidos que implementaron la cleptocracia y nos arrebataron el país, cada vez actúan con mayor desparpajo. Acaso esta acción contra unos de los periódicos de mayor tradición en la nación El Nacional, no se trata de un arrebato de uno de los capos mayores que tiene la desfachatez de anunciarle al país como será el reparto del botín. Provocan la ira y juegan con fuego porque el día que les aparezca el Coqui nacional saldrán volados a esconderse en sus madrigueras. Peligrosas acciones permitidas en un país que duerme y se despierta sin ley. Los westerns además de divertir dejaron lecciones de la justicia en épocas salvajes. Peligroso porque hay una parte muy turbia en el ser humano que es atraído por la potencia que produce un arma. Pérez Reverte en una entrevista resalta como advertencia esta característica oscura humana que ha puesto de relieve las redes sociales “Hay algo turbio en el ser humano que quiere destruir lo que no comprende. El impulso de destruir ha crecido con las redes sociales para acallar a los que no piensan como tú. Pasearte con la tea y las cerillas en la mano es algo muy actual. Las hogueras atraen mucho a la gente”.
Mientras no cultivemos los jardines y alimentemos el diálogo, si no aprendemos a argumentar y respetarnos seguiremos con las armas como medio de persuasión. Arrebatando a lo jalisco lo que somos incapaces de construir y conservar.