Adam Martinakis |
“Sólo hay un medio para mantener en pie una sociedad libre y es mantener al público informado”
Joseph Pulitzer
Observo un problema serio de información en relación al Coronavirus y a la guerra desatada por las diferentes vacunas que repentinamente aparecieron en el mercado. Un Gobierno serio con sus asesores profesionales calificados debe decidir cuál es la más eficiente, la más segura y la más económica de las vacunas para distribuirla y ofrecerla a la población. Esto es lo que acontece en un país que cuenta con guías confiables por parte de sus liderazgos. Por supuesto, no hay ni que decirlo, no es el caso de Venezuela ni de los países latinoamericanos con gobiernos populistas irresponsables e ignorantes. Por lo que tenemos como resultado un crecimiento exponencial de los infectados, un descontrol con las medidas de control sanitario y un aumento alarmante de las pérdidas de vida. Se nos están muriendo los amigos y familiares, se nos mueren los médicos y enfermeras, se nos muere el país. En realidad, podemos afirmar, nos están matando.
No nos debe sorprender que cada laboratorio farmacéutico haya desplegado una feroz campaña de propaganda y comercialización de sus productos, lo que hace más difícil poder hacerse de un criterio confiable. Nos guiamos por aquellos voceros calificados que se han sabido ganar un lugar en la comunidad por su seriedad profesional y capacidad pedagógica. Contamos con médicos epidemiólogos muy bien formados cumpliendo con una labor importante de información y guía en la comunidad. Valiosos profesionales que batallan día a día en una campaña por informar y educar a sus comunidades de influencia. Sus gestos desesperados, sus voces de alarma muestran una angustia por un problema que lejos de irse resolviendo va tornándose cada vez más descontrolado. Las cifras que circulan son alarmantes y también es alarmante nuestras pérdidas personales.
Esta labor es muy necesaria, pero nada tendrá efecto si la población no entiende que depende fundamentalmente de un cuidado y responsabilidad personal. Se ha repetido hasta la saciedad la importancia de usar mascarillas, lavarse las manos y no estar en sitios cerrados con aglomeraciones de gente. No hacer reuniones numerosas y quedarse en casa, si esto no se entiende entonces estaremos solo guiados por este desorden sin sentido de una semana si y otra no. Semana Santa de cuarentena radical -que de cuarentena no tiene nada y menos de radical- y la gente ya pensando como burlar las alcabalas de atracadores e irse para las playas abarrotadas de gente como hicieron en Carnaval. Si eso es así, ganaremos el puesto del primer país con mayor número de muertos por Coronavirus del mundo.
Esto no lo estamos viendo como un problema nuestro, no se ha sabido comunicar nuestro drama o no se está realmente creyendo que el problema es real y mortal. Por lo que es fácil pensar que ninguno de nuestros dramas se ha comprendido realmente. No existe el virus, ni un gobierno autoritario que ha destruido la infraestructura sanitaria. Que ha destruido al país. No se cree que mas personas mueren de Covid-19 y que no hay hospitales con capacidad para atender a tanto infectado cuyos cuadros de salud son muy delicados. No se ha entendido que no hay oxígenos ni medicamentos. A una parte de la población solo le interesa si la opinión sustentada defiende a la mesita o está en contra de ella. El nivel de razonamiento se tornó básico y ofensivo a la inteligencia. A otra parte de la población solo le interesa seguir divirtiéndose y queda otra parte seria, razonable y luchadora que da la batalla, como nuestro personal de salud, pero que están muriendo por el abandono. En realidad, todos nos encontramos abandonados, expuestos y desinformados.
Haber acabado con las capas medias de la sociedad, con las organizaciones gremiales y de los trabajadores, con la educación. Haber acabado con la sociedad civil y la política nos dejó sin capacidad de organizarnos para juntos defendernos. Ahora debemos defendernos de una enfermedad mortal, la principal medida es una vacunación masiva. Tenemos esa posibilidad, pero no, nos dedicamos a discutir el lugar de origen de la vacuna y quien la trae, en lugar de examinar su valor científico y su eficacia en otros países. Quiero resaltar que estamos fallando en comunicar lo importante y grave que es la situación. Reina la preocupación por el privilegio político y las concesiones económicas. Reina la corrupción, el clientelismo y las redes mafiosas. Resultado un desamparo del ser humano y una decadencia nihilista. Una soledad emocional, solos y a la deriva con nuestros miedos particulares.
Todos revueltos y perdidos.