Alena Nalivkina |
La importancia de los gustos radica, no solo en una valla
publicitaria, sino en las formas de organizarnos y valorar nuestro mundo. Una
persona con buen gusto trata con respeto a los demás, cuida a los seres
indefensos, valora la vida y la reviste de colores y bellas formas. Su casa es
acogedora y su mesa invita a la amistad. Se esfuerza en agradar a los otros con
bellas imágenes. El diseño y los acabados trasmiten un mensaje, es una
semiótica, un leguaje de aspiraciones, valores y principios. En lugares bellos
y limpios los seres humanos se suelen comportar de forma refinada, haciendo
homenaje a un entorno que no se quiere enturbiar. Aquel que sale con su odio a
destrozar formas bellas, obras de arte admiradas, durante siglos, por una
humanidad extasiada, es considerado un salvaje. Lo bello por lo tanto es de fundamental
importancia en una vida civilizada y armoniosa.
Lo bello es placentero, lo feo hiere, maltrata produce
desagrado. Si bien la moda es un elemento que marca tendencias al gusto como
sucede con la imagen corporal y las vestimentas, no se reduce lo bello a la
moda. Hay figuras que son y serán bellas mientras existan seres humanos que las
contemplen. Estas formas se cuidan y conforman bienes que atesora la humanidad.
Así mismo debería cuidarse el espectáculo que nos ofrece esta sociedad del “todo
se vale”. Aunque tampoco todo se vale mucho menos todo es bello. No, hay
imágenes muy feas, que quizás por lo exagerado de su feura puedan producir
cierto éxtasis en el observador. “Es tan feo que no pude quitarle los ojos de
encima” podemos admitirlo, pero no digan que es bello por el solo hecho de
derrumbar prejuicios o de pronunciarse en contra de todo los instituido o porque
trasgrede cualquier tipo de valor vigente.
El gusto es originado en un sentimiento y la emoción no se
impone, se siente o no según las sensibilidades individuales. Se trata de una
experiencia eminentemente subjetiva y sin embargo no es absolutamente privada,
eleva una pretensión de consenso en torno a ese objeto o imagen que se juzga
como bella. La pretensión de Hume de elaborar una norma del gusto y del
sentimiento que lo origina para poder hablar de un juicio verdadero no fue
posible. Al igual que la ética, la estética no puede ser fundamentada
ontológicamente. Tal norma no es posible de establecer. Pero sabemos que
tampoco el gusto depende exclusivamente de las costumbres y de la educación.
Los objetos poseen determinadas cualidades que por su naturaleza serían
apropiadas para producir sentimientos particulares. De esa misma forma hay
objetos que poseen cualidades muy específicas para producir repulsión, horror,
vergüenza, desagrado. Pero que ahora se entiende (equivocadamente) que tales
juicios provienen de prejuicios, discriminaciones, fobias y desprecios. En fin
para ser considerado un ser “abierto” debe manifestar un gusto sin gusto.
El que algo me guste, según Kant, no tiene intencionalidad
pero constituye una necesidad que Rousseau expone en su teoría política.
Necesario para Rousseau y al mismo tiempo armonioso es la renuncia de las
individualidades para poder conformar al ciudadano. Libres como miembros de un
cuerpo político que contemple, al mismo tiempo, las formas bellas del cuido
al ciudadano. Pensadores que
consideraron la dimensión estética como indispensable en el camino a la
perfección. Las personas que saben lo que les gusta y lo que no, que poseen un
gusto preciso suelen ser también personas con un sólido entendimiento. Personas
que distinguen la vulgaridad, que no siguen a rebaños de imposiciones
prejuiciosas, que no se dejan seducir por bombardeos propagandísticos de cosas
o de ideas, son las personas que irán marcando pautas en el mundo que está por
definirse.
Fundamental la razón, pensar para conferir sentido a las
experiencias y poder argumentar, para expandir el mundo perceptivo, para
fantasear, crear y soñar pero debe ir adornado con formas bellas. Con esa forma
bella que expresa la emoción cuando se puede y se sabe transmitir con elegancia
y deja expuesta con delicadeza un pedazo de esa intimidad que se resguarda.
Razón y belleza deben ser inseparables de esa comunidad que denominamos humana.
Este artículo ha llenado un espacio muy importante de pensamiento en mi, así pienso y estoy de acuerdo con la autora, nunca lo había leído expresado tan sencilla y bellamente. Me encantó.
ResponderEliminarMe hizo reflexionar sobre la estética, y el trabajo que de ella produce en el mundo inteligible.
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