Katusushika Hokusai |
Convive en cada uno de nosotros la civilidad y la barbarie.
Fernando Savater manifiesta que la civilidad solo funciona en estados de
bienestar. Si todo está organizado somos amables, educados, corteses y
respetamos al otro. Es decir no andamos por las aceras atropellando a los
demás. Solo basta que se desate una situación de peligro inminente para que nos
demos a la desbandada sin importar el daño que causemos. Nada pareciera quedar
atrás, la historia al igual que el inconsciente pareciera ser capas que se
superponen y basta escarbar un poquito para encontrar otros mundos otras
civilizaciones o tropezarnos con el salvajismo. Es una imagen utilizada por
Freud para ilustrar el inconsciente y la práctica psicoanalítica en su
invitación a entender el pasado que se encuentra vivo determinando el presente.
Cualquier sea la complementariedad entre civilización y
barbarie se trata de términos contradictorios que conforman una antítesis
radical. Es como comprende Walter Benjamín su experiencia de vida y su
sufrimiento cuando la barbarie nazi acabó con el ambiente civilizado en el que
se había desempeñado, “no se trata de un mismo sistema sino dos sistemas
distintos”. Como a tantos otros perseguidos por la barbarie, el acoso que
sufrió por parte de la Gestapo lo
precipita a tomar la decisión de acabar con su vida. A Walter Benjamín se lo
discrimina doblemente como judío y como un hombre de izquierda; es la barbarie
que acecha y acosa a la vida civilizada, a las expresiones humanitarias.
Cada vez que una sociedad manifiesta un rechazo al emigrante,
al distinto o incluso a sus correligionarios está siendo un bárbaro. Fenómenos
que se agudizan en épocas de malestar. El mundo está mostrando una barbarie alarmante
que se difunde por los canales que permiten las nuevas tecnologías y las personas la consumen
con avidez. Pensemos por ejemplo en las decapitaciones de la Daesh, imágenes
espantosas que las personas se dan el lujo de divulgar. Es como un placer
morboso que produce en otros un malestar y rechazo absoluto. Es como una
invasión y maltrato a la sensibilidad. ¿Por qué no se pide permiso? ¿Por qué se
ofende de esta forma el derecho a preservarse del horror? Una vez lo reclamé
por las redes sociales y la respuesta recibida fue si prefería la censura. Que
mar de confusiones, de barbarie con oleajes de mar de fondo.
Una de las manifestaciones bárbaras que más se ha repetido a
lo largo de la accidentada historia de la humanidad la tuvimos que sufrir en
nuestro país recientemente (como si tuviéramos poco) la quema de libros. Los
libros son enemigos mortales de la barbarie sobre todo los libros que conforman
las bibliotecas de las Universidades. Libros que están a la disposición de
estudiantes y profesores con la finalidad de profundizar en el conocimiento, que
es la esencia de las Universidades. Reponer una biblioteca cuesta un esfuerzo
enorme -intelectual y económico- dado que es tarea que se deriva de decisiones
investigativas y presupuestos limitados. El daño moral infligido es incalculable.
Los bárbaros hacen esfuerzos bárbaros por acabar con el conocimiento y la
cultura sin darse cuenta que es tarea destinada al fracaso. El pensamiento
humano no se detiene mientras se vive, no se detienen las interrogaciones sobre
nuestro mundo y sobre el ser humano. Sin embargo así como se queman los libros,
manifestación de un desprecio al conocimiento también se desprecia la vida
humana. Se mata y tortura impunemente porque se tiene poder y armas. Heinrich
Heine predijo, con toda certeza, “donde
se queman los libros se terminan quemando también personas”. Lo que el
Holocausto más tarde confirmó.
Se tiende a esperar que cada etapa de la historia deje atrás
toda manifestación de las etapas anteriores y no es así, conviven. La orgullosa
Modernidad trajo consigo barbaries con expresiones terribles, el fascismo y el
comunismo. Son las barbaries propias de Occidente y las más grandes de la
historia de la humanidad. La lucha contra la barbarie es una lucha de ideas, no
es física aunque los bárbaros deberían ser de alguna forma controlados y reducidos.
Constituyen un peligro para la humanidad a la cual desprecian sin ningún
miramiento ni pudor. La barbarie no termina nunca es una constante amenaza para
la democracias y la cultura.
Una de las razones por las que se pierde la democracia es que después de disfrutarla por mucho tiempo, se baja la guardia abriéndole la puerta a la barbarie creyendo tener la fortaleza para combatirla, en algunos casos se repele en otros no (Venezuela).
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