Vasilij Kandiskij |
Se observa una fuerte reacción de las sociedades que han
vivido en sistemas democráticos occidentales. Se manifiesta una inconformidad y
malestar a través de expresiones muy violentas que nos han tomado por sorpresa,
desprevenidos y sin las herramientas adecuadas para poder entender su razón de
ser. Irrumpen las insurrecciones en lugares insospechados y se rompen las
lógicas de las dinámicas conocidas. Se observa una crisis de los lazos sociales
que se asoma como una despreocupación, no conocida, por el otro. Ese ordenador
del individualismo a ultranza que nos permitía simbolizar un mundo compartido
se evapora sin que el deseo humano se apague. Allí está el deseo en la búsqueda
constante de una realización para lo que depende del mundo exterior. El deseo
humano sin un cuerpo viviente que lo nutra, se torna en sórdido malestar.
Podríamos interpretar que el mundo manifiesta un malestar
después de haber querido vivir sumergido en un individualismo onanista. Después
de haberse erigido como paladín de todas las libertades, exhibido con
desparpajo la ausencia de todo límite, de haber mostrado una sexualidad abierta
y fuera de las reservas íntimas. Después de haber roto esquemas de
estructuración familiar y soltar las amarras de los tabúes sociales, de tanto
combatir la pacatería y una moralidad asfixiante no se esperaba encontrar
insatisfacción desbordada, rabia y dolor. Pareciera que se arrastran duelos mal
resueltos y una ira incontrolable como producto de maltratos que se han
mantenido impunes. Una justicia humana que falló, un control social que quedó
inservible, simbologías ordenadoras que perdieron efectividad. Lacan denominó
al operador psíquico organizador de las pulsiones “El Nombre del Padre” que
Freud había bosquejado en Tótem y Tabú y El Malestar en la cultura como las
necesarias represiones para hacer posible la cultura.
Cuando los organizadores desaparecen aparecen las tormentas
pulsionales, los goces desenfrenados que anuncian a un ser humano buscando atormentado
sin saber qué quiere; la vida que continúa aspirando a conseguir, algún día, un
equilibrio. Paradoja del ser humano que al buscar su total liberación consigue
el tormento de la insatisfacción y el resurgimiento de la barbarie. Hoy se
destruye lo logrado con tanto esfuerzo y nunca había observado la civilización
a seres tan tristes y perdidos. Estamos en un mundo deprimido y sumergido en el
dolor, pero ¿Qué es el dolor psíquico? Diremos con Juan David Nasio “el dolor
es el desasosiego que experimentamos cuando, al haber perdido a un ser querido,
nos encontramos frente a la más extrema tensión interna, confrontados con un
deseo loco en el interior de nosotros mismos, con una suerte de locura del
interior que dormita en nosotros hasta una pérdida exterior no venga a
arrancarle sus alaridos”. El mundo ha perdido a sus seres amados, su simbología
sagrada, su efigie amada y odiada.
Pero como nada es más presente y añorado que lo perdido se
reclama a gritos un Padre que venga a sosegar tanta pulsión desbordada y su
anuncio de muerte. Pero se convoca al Padre de la Horda, ese padre narcisista,
autoritario, castrador. No es el Padre del orden es el Padre de la imposición.
América Latina pareciera querer venganza a través de militares déspotas. Y los
políticos demócratas que quedan parecieran querer exorcizar la miseria
simbólica mediante un ruego religioso al orden. Richard François resume, en una
contundente frase, el perfil del mundo de hoy “…difícilmente podamos sentirnos
reconocidos o representados por la civilización del “Malestar de la Cultura”
hoy quizás estamos frente al triunfo de una barbarie con rostro humano”.
El mundo está demandando nueva simbologías que estructuren
nuevos lazos sociales. Los nuestros, los que conocíamos, están cambiando y han
cambiado. Por los momentos transitamos en un mundo desordenado y poco legible. O
quizás con múltiples lecturas y todas parciales, retacitos de realidad
descritos desde una subjetividad cuya imagen estalló en mil pedazos así como le
estalló su realidad.
El tema de la libertad y los derechos sin deberes que los contengan en un nudo a desentrañar,brillante exposé gracias
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