Egon Schiele |
Mal se lleva la realidad con el pensamiento mágico. Mal nos
llevamos los seres humanos con la realidad y más los habitantes de estas
tierras mágicas como lo es América Latina. No pasamos mucho tiempo apegados a
los difíciles tránsitos de nuestra vida práctica sin escaparnos continuamente a
una fantasía. Tenemos por historia y por el sincretismo arraigado, como
producto de la incorporación de distintas creencias, una muy peculiar relación
con la naturaleza, con la muerte y con el destino. Abrazamos los árboles en
búsqueda de energía. Bailamos los muertos y acompañamos las despedidas con
alcohol. Pensamos que mientras más duro hablemos y más golpeado nos expresemos
el mundo tomará el rumbo que queremos. Tierras mágicas y llenas de una imaginación
muy atrayente y fértil para el mundo artístico. Poco útil y más bien
perjudicial cuando nos vemos en la necesidad de organizar nuestras vidas para
hacerla, de alguna forma, vivible.
Mientras nos perdemos en un voluntarismo, por lo demás propio
de los populismos, ni la riqueza se reproduce, ni la economía se endereza, ni
se liberan a los rehenes del régimen, ni el hambre se amortigua. A pesar de
esta realidad que agobia persistimos en creer que surgirá un acontecimiento
sorpresivo que le dará un vuelco mágico a tanto desacierto trágico. Es que el
asalto del que fuimos objeto nos mantiene en un estado somnoliento. Perdimos el
rumbo el día que se le dio audiencia a un aventurero pendenciero y se
desprestigió al hombre serio y disciplinado con conocimientos y experiencias en
sus campos de competencia. Se desplazó al político, al economista, al abogado,
al técnico por los brujos y curanderos. Regresamos a los rituales santeros, al
hombre que se levanta a media noche a rezarles a las culebras, a cavar fosos profundos
para desenterrar morocotas. Se fue la electricidad y aparecieron los fantasmas.
Ahora los millenium que tenemos de políticos van por esos
caminos embrujados tomándose selfies, vestidos con uniformes tricolores y
levantando esperanzas sin fundamentos. Como santos a su paso arrojan esperanzas
y el público se inflama de emoción al verlos y tocarlos. Se les adora hasta que
se desea lincharlos porque sus profecías no se cumplieron. Es que el siglo XXI
se hace muy difícil actuar como lo hizo Jesús Cristo, porque ahora todo se
filma, todo se sabe de inmediato. En un mundo interconectado es muy cuesta
arriba meter gato por liebre, siempre surgirá un agua fiesta denunciando donde
está el truco y sinceramente así no se puede sostener un mundo mágico. La
política y la religión volvieron a estrechar sus lazos mientras las cámaras
filman.
Al mismo tiempo que estamos pendientes del costo de la vida y
los bandazos sin rumbo que van dando nuestros políticos, somos invadidos,
colonizados por ritos y creencias de todo tipo. Unos ya conocidos y propios de
nuestra cultura como son los rituales colectivos de la Iglesia Católica, pero
otros más ajenos ganando terreno en las mentes del venezolano. Por ejemplo la
Iglesia Evangélicas y los Mormones han crecido de forma importante en estos
últimos tiempos. Dos organizaciones que manejan importantes fortunas y que han
permeado en las familias, imponiendo sus costumbres, creencias y hasta
vestimentas. Estas figuras femeninas virginales que se observan ahora en las
mujeres de algunos políticos no eran nuestras figuras femeninas.
La mujer venezolana de caderas anchas, pechos turgentes y
sugerentes, despeinadas y desenfadadas. Que iban por las calles bailando y
mostrando seguridad y desparpajo no son precisamente estas niñas de pelo lacio
suelto o en clinejitas con esas ropas hippies pasadas de moda y esas blusas
monjiles. ¿De dónde salieron? ¿Quién las enseñó a vestirse? A mí me resultan
extrañas, no eran estas las figuras femeninas de nuestra cultura. ¿Son
evangélicas? No, puesto que se aseguran quedar filmadas en ritos católicos con
sus esposos. El culto venezolano a la Vírgenes se encarna en las mujeres de los
líderes políticos. No sé qué están modelando porque la mujer venezolana no las
copia, más bien se extrañan, les resultan distintas. Las creencias se actúan
como disfraces. Nunca la religión y la política se habían expresado
sincréticamente de forma tan clara. Incluso ese discurso santurrón perdona
vidas proviene, sin duda, de estas ideologías simplonas que se apodera cada vez
mas de nuestra gente.
Quizás la magia en el pensamiento no es más que una expresión
colectiva de frustración frente a un entorno social en el cual no hay
oportunidades reales. Pero de algo podemos estar seguros es que no es la salida
para liberar a nuestra gente del caudillismo, el saqueo y arbitrariedades de
bandidos aventureros. Del sincretismo me gustan las fantasías que teníamos de
niños con un tío de mama que vivió con nosotros y nos llenó de cuentos mágicos
y las hallacas, más nada. En política he entendido como nos ha perjudicado y
como ha penetrado en la lógica de nuestras dinámicas públicas. Quisiera que se
concrete el entendimiento entre los partidos políticos, quisiera que se
fortalezca y demos todo el apoyo a nuestra única institución legítima, la
Asamblea Nacional, quisiera regresar a la política y bajarme de ese carrusel de
aventuras que está a punto de estrellarnos.
Solo pido un pie a tierra por un tiempo mientras resolvemos
nuestro conflicto. Después regresemos a nuestro mundo mágico divertido.
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